Paciencia es Persistencia

Un poco más de persistencia, un poco más de esfuerzo, y lo que parecía un fracaso sin esperanza puede convertirse en un glorioso éxito. Elbert Hubbard (1856-1915)

Cuando nos iniciamos en la práctica del Karate do, lo hacemos por diversas razones, ya sea en busca de aprender técnicas de defensa personal, porque conocemos a alguien que lo practica o por razones más simples y mundanas, cómo ser fanáticos de películas de acción y querer ser el próximo Van Damme… esto delata mi edad… digamos mejor, por alguna serie en Netflix, Cobra Kai.

Dudo mucho que alguien, cuando se inicia en la práctica de esta disciplina, lo considere como un arte o como el inicio de un camino en el que no hay final; por el contrario, ver los grados que se evidencian en los colores de los cinturones, da la falsa idea de que llegar a ser cinturón negro, es la única meta a alcanzar. De hecho, es lo que seguramente asumen los principiantes, sobre todo los chicos y también algunos adultos que han llegado al “danato”, para luego abandonar la práctica continua, creyendo que no les queda mucho o nada por aprender.

Nin

Cuando uno se inicia en la práctica del Karate, lo hace como un artesano que se inicia en su oficio. Con algo de suerte se lo encara como un deporte, uno que a primera vista no parece muy diferente de otros deportes con palabras y nombres propios en el idioma de origen: el scrum o la línea de touch en Rugby, el swing en golf, el referee, etc., solo que, en el caso del karate, el idioma será japonés. Quizás los primeros indicios que no es un deporte, surjan cuando aparecen algunos protocolos o ceremonias que se deben cumplir en cada clase o en cada parte de una actividad dentro de la clase. Claro que hay rituales en otros deportes, por ejemplo, cantar el Himno Nacional en algún encuentro internacional o el Tercer Tiempo en el Rugby.

Hace unos años atrás estaba en la búsqueda de algún pasatiempo para que mi hijo, que estaba por entrar en esa etapa que los padres padecemos y no recordamos haberla pasado, la adolescencia, no la perdiera pegado a una pantalla de celular. Si bien, a él le gusta el fútbol, yo quería que se interesara por algo más. Noté que había cierto grado de interés en la música, (desde ya, no la misma que a mí me gusta), pero era un lugar por dónde empezar a probar. Siendo, quien escribe, apenas un aficionado escucha, le pedí consejo a un amigo músico.

De aquella charla rescato un consejo que me dio:

“Te diría que veas si le gustaría tocar la guitarra, que es un instrumento accesible y popular, pero, la verdad es que va a empezar a aprender un montón de cosas cómo los nombres de las partes del instrumento, cómo agarrarlo, dónde poner los dedos, como rasgar, los tonos, los punteos y bla, bla, bla. Qué, si le pone garra y persistencia, al cabo de un tiempo considerable, podrá llegar a sacar alguna canción de su agrado. Esto será hasta que se aburra y empiece a aprender otra, que también le llevará tiempo y dedicación para lograrlo y así. Si tiene una personalidad persistente y realmente le gusta, lo logrará y avanzará, incluso tal vez con el tiempo hasta aprenda a leer partituras, si es que no opta por una educación musical formal. Si es como yo, que quiere las cosas ya, abandonará al poco tiempo y tendrás una guitarra acumulando tierra en un rincón. Te diría que pruebes con una batería, si pueden bancárselo con tú esposa o congeniar con un cuarto acústico, el uso de sordinas o acordar horarios civilizados de práctica; que te permitan no entrar en guerra con los vecinos, es un instrumento que permite resultados relativamente rápido y con relativo poco esfuerzo. O al menos, él sentirá que avanza, aunque cuando los escuches creas que se desprendió el mueble de las ollas y se estrelló contra el suelo de la cocina. Y es posible que, al cabo de un tiempo, se dedique seriamente a su práctica.”.

Desde ya que, en casa, todo terminó con una guitarra sin uso en el ropero… pero, eso que dijo mí amigo, me hizo pensar en el Karate y otras disciplinas deportivas de combate como un arte marcial. El Karate lo asocié con ese aprendizaje de la guitarra, que lleva tiempo, requiere desarrollar técnicas básicas (kihon), repetir hasta dominarlas, practicar y practicar estructuras musicales (kata) hasta que, en algún momento, se logra sacar algo parecido a la canción que nos gusta (kumite), pero desde ya, los resultados tardan en llegar y solemos desafinar mucho en el proceso.

Extrapolando los conceptos de mi amigo, aprender otras disciplinas de combate deportivas, son como aprender a tocar la batería, dejan de lado kihon, kata y se centran en un solo y único aspecto: el kumite, y en general, el deportivo. Obtienen resultados con relativa prontitud y con mucha suerte, después de mucho tiempo de práctica, algunos pocos buscan estudiar algo más, que los remita a los orígenes marciales de esa disciplina.

…requiere que tomemos algunos de sus valores, la persistencia en la disciplina, por ejemplo, y le sumemos la pasión.

No es que esto sea una verdad absoluta. Quizás esté equivocado, pero en mi experiencia personal, el Karate requirió y aún requiere de constancia, aplicación, pasión y sobre todo persistencia. Si bien somos evaluados todo el tiempo por nuestro Sensei, este arte tiene la gran ventaja que, nos permite ponernos metas propias y cuando logramos alcanzarlas, muchas veces nos da tanta satisfacción como recibir la aprobación de nuestro maestro.

No cabe duda que los japoneses son conocidos por su tenacidad y su disciplina en cada cosa que emprenden. Puede decirse que los japoneses tienen la disciplina, como característica principal. Y que, desde luego, en Karate es lo que han aplicado sin excepción y sin desvíos, a rajatabla. Nosotros los latinos, por el contrario, destacamos por nuestra pasión, no hace falta aclarar demasiado este aspecto, es suficiente ver cómo nos manifestamos con el fútbol, la política, las costumbres, etc.

Entiendo que, en nuestra práctica del Karate, adoptarla como una forma de vida, requiere que tomemos algunos de sus valores, la persistencia en la disciplina, por ejemplo, y le sumemos la pasión. Esto hará que encontremos algo familiar o al menos, sea algo menos a qué adaptarnos y en definitiva, podamos aportar de nuestra parte algo y hacerlo nuestro.

Pero porque digo que el Karate es el arte de la persistencia…

Hablar de persistencia es pensar en no dejarse derrotar por las frustraciones que, indefectiblemente, aparecerán cuando lo que hagamos diste mucho de lo que queremos hacer. Es no permitir ser vencidos por la pereza, el frío o el calor y no entregarse a la comodidad a un sillón frente a una pantalla.

…no dejarse derrotar por las frustraciones que, indefectiblemente, aparecerán cuando lo que hagamos diste mucho de lo que queremos hacer.

Es hablar de aprovechar el tiempo libre, para buscar mejorar algo que nos impacienta o también algo que creemos dominado. Nunca se termina de aprender kata.

Hablar de persistencia en Karate, es sentir que estamos en un camino, en el que hay descansos, pero en el que nunca llegamos a destino, el destino es el camino en sí mismo.

Hablar de persistencia, es no considerar la práctica del Karate como una obligación sino como parte de nuestra vida, es disfrutar cuando llega el momento puntual que le dedicamos y seguir disfrutando cuando nos encontramos solos con nuestros pensamientos.

Si nos toca enseñar, persistencia será pensar nuevas formas de trasmitir y lograr generar interés en aprender. Repensar lo que ya creemos o damos por sabido. Es seguir sintiéndonos aprendices aun siendo instructores. Es empezar cada clase, como si fuese la primera y la última a la vez. Es sentir orgullo por el avance del otro y sentir que se contribuye a ello.

Es hablar de que, el Karate en sí, es el arte de la persistencia.

空手の忍耐です (Karate no Nintai desu; Es la Paciencia del Karate)

Autor
Ing. Ricardo Joaquín sensei