La presente reseña comienza con el surgimiento del período Edo, última etapa de la historia de los samurái.
Recordemos los tiempos finales del período anterior: Oda Nobunaga fue asesinado en 1582. Su general más importante, Toyotomi Hideyoshi, se hizo cargo del gobierno durante los siguientes 16 años hasta que murió en 1598 siendo el Taiko es decir: el regente del emperador.
Lo sucedió su hijo Toyotomi Hideyori, pero otro general de Oda Nobunaga, Ieyasu Tokugawa, se rebeló y se hizo con el poder después de vencer al general Ishida Mitsunari, leal a Hideyori, en la gran batalla de Sekigahara el 21 de octubre del año 1600.
En el año 1603 Tokugawa Ieyasu fue proclamado Shôgun por el emperador Go-Yōzei. Así comenzó el tercer y último shogunato o bakufu de la historia japonesa, el Tokugawa, también llamado período Edo, como la ciudad que iba a convertirse un día en la capital del país, Tokio.
Ieyasu nació en el castillo de Okazaki, en la provincia de Mikawa en 1543. Su nombre era Matsudaira Takechiyo, hijo de un daimyômenor llamado Matsudaira Hirotada. Su familia pertenecía a una ramificación del clan Minamoto.
A pesar de que la corte del emperador permaneció en Kioto, una vez proclamado shôgun, Ieyasu obtuvo gran poder y riqueza y se dedicó a construir un gran castillo en Edo, donde estableció su sede. La gente comenzó a establecerse en la ciudad que se convirtió en una gran metrópoli para la época, con más de un millón de habitantes.
Una vez afirmado el shogunato, dos años después, en 1605, Ieyasu abdicó en favor de su hijo Hidetada, aunque mantuvo el control real del gobierno, al punto de comandar el ejército que libró la batalla del castillo de Osaka.
El objetivo de abdicar fue conseguir que su hijo prolongara su aprendizaje para no cometer errores, y así, extender su linaje el máximo tiempo posible. Hidetada hizo lo mismo con su sucesor, su hijo Iemitsu, lo cual refuerza el argumento. A la larga, se contarían quince shôgun Tokugawa hasta 1867, año en que se produjo la resturación Meiji y la abolición del sistema de bakufu.
Volviendo al hilo de la historia, Ieyasu, quién después de abdicar quedó con el título de Õgoshi (shôgun retirado) promovió en un principio el comercio exterior, estableció relaciones con ingleses y daneses y endureció la persecución al cristianismo. (Aconsejo leer el libro Shôgun de James Clavel, excelente novela inspirada en el gobierno de Ieyasu Tokugawa).
Al lograr una paz relativa, tras vencer a los daimyôs rebeldes que quedaban, permitió que los samuráis pudieran educarse en otros ámbitos aparte de las artes marciales, como la filosofía, la literatura y las artes en general. Por otra parte, al no haber guerras, ya no eran necesarios como guerreros. De este modo, los samuráis se convirtieron en burócratas, se esperaba de ellos que fueran buenos administradores.
A partir de 1609 puso distancia de la influencia europea, solo concedió algunos derechos para comerciar a la Compañía Holandesa de las Indias Orientales.
Llegado el año 1614 Ieyasu temía las ambiciones territoriales de los españoles, en consecuencia prohibió la práctica del cristianismo y expulsó a los misioneros mediante un edicto.
La prohibición fue motivada por una causa de fraude a manos de un vasallo católico y también al temor a una invasión de las potencias coloniales españolas, como había ocurrido en el Nuevo Mundo y en Filipinas.
Dado que Ieyasu sospechaba que algunos daimyôs más poderosos podían intentar rebelarse, promulgó leyes para controlarlos y debilitarlos.
Una de esas leyes fue la llamada Sankin Kotai que obligaba a todos los daimyôs a vivir un año en Edo y otro en su feudo, aunque en este último caso sus familiares debían permanecer en Edo en calidad de rehenes.
Los señores que vivían muy lejos, por ejemplo el de Satsuma, en el extremo sur de las islas, debía recorrer más de 1.000 kilómetros con su comitiva de 200 personas para llegar a Edo. Lo malo era la incomodidad del viaje, pero lo bueno fue el avance del sistema de comunicaciones que se generó.
Se crearon muchas rutas y caminos llamadas kaidos, a cuya vera se fundaron numerosos poblados que proveían albergue a los viajeros. El más famoso fue el Tokaido que conectaba Edo con Kioto a través de la ruta del Pacífico.
Otra ruta importante fue la de Nakasendo, a través de las montañas del interior. Así aumentó el intercambio cultural entre las distintas regiones.
El 1° de junio de 1616 Ieyasu murió a los 74 años. Pasó a la historia como uno de los tres grandes unificadores de Japón, junto con Oda Nobunaga y Toyotomi Hideyoshi.
Los sucesores de Ieyasu dirigieron el país durante 250 años. En 1633 se prohibieron, bajo pena de muerte, viajar afuera de Japón, los libros extranjeros y las prácticas católicas. También limitaron el contacto con el exterior, permitiendo el comercio únicamente con chinos y holandeses a través del puerto de Nagasaki.
En este período, tuvo lugar el neoconfucianismo, escuela de pensamiento que otorgaba una gran importancia al orden jerárquico, tanto en la educación como en la sociedad. Bajo esta filosofía el shogunato estableció un rígido sistema de clases denominado shi no ko sho. Un nacido en una clase no podía cambiarse a otra. En orden de importancia estas clases eran: samuráis, campesinos, artesanos y comerciantes. Aparte de estas cuatro había dos clases marginales: los eta, comprendía a los campesinos descontentos, el único oficio que podían ejercer era el de carnicero o de curtidor, trabajos que se consideraban impuros, y los hinin, que significa “no humanos”, los criminales.
Por otra parte, los descendientes del clan Tokugawa, después de la muerte de Ieyasu, endurecieron aún más la persecución a los cristianos y el aislamiento del exterior.
A mediados de 1650 hicieron su aparición los ronins, así se llamaba a los samuráis sin señor. La mayoría de ellos perdieron la posesión directa de las tierras y se les plantearon dos opciones: dejar las armas y convertirse en campesinos o trasladarse a la ciudad principal de su feudo y convertirse en sirvientes a sueldo del daimyô como profesores o escribientes. Sólo algunos pocos samuráis permanecieron en las provincias exteriores del norte o como vasallos directos del shogun, conocidos como los 5.000 hatamoto.
La lealtad a un amo, el daimyô, era lo más importante del bushido en ese entonces. Cuando el amo moría, habitualmente los samuráis se convertían en ronins.
El shogunato estaba muy atento a cualquier intento de rebelión de los daimyôs, cuando uno de ellos era acusado, debía cometer seppuku, para evitar que su clan quedara arruinado.
Así pasó en 1701 cuando Asano Naganori fue obligado a suicidarse en el castillo de Edo, por haber intentado asesinar al samurái Kira Yoshinaka. Sus 47 samuráis se convirtieron en ronins (no voy a spoilear como sigue la historia por si quieren leer “Los 47 ronins” de Algernon Freeman-Mitford o ver la peli “47 ronins. La leyenda del samurái” con Keanu Reeves, versión para cine).
Retomando la historia, llegamos al shogunato de Tsunayoshi Tokugawa quién estableció un débil acercamiento con occidente. Pero durante su gobierno Japón sufrió dos grandes desastres naturales, un tifón en 1706 y la erupción del monte Fuyi en 1707. Como sea, murió en 1709 sin pena ni gloria.
Su sucesor Ienobu, hizo un buen gobierno, abolió las leyes represivas, prohibió las persecuciones y los castigos crueles, reformó el sistema judicial y estabilizó la economía. Murió en 1712.
El próximo shogûn fue Tokugawa Ienaru, reinó durante 50 años, fue el shogunato más largo, caracterizado por gran estabilidad política y económica.
A continuación comenzó la decadencia de los shogunes. Los cuatro siguientes y últimos fueron: Ieyoshi, quién hizo cambios económicos, militares y políticos sin grandes resultados y fue quien recibió la llegada de las naves de Mathew Perry a Edo en 1853. Ese fue el principio del fin. Ieyoshi enfermó y murió ese mismo año.
Lo sucedió Iesada, incapacitado mental, gobernaron los regentes. El siguiente fue Iesmochi, quiénintentó crear un linaje combinado casándose con una princesa imperial pero murió a los 20 años sin dejar herederos.
Y así llegamos al último shogûn, Tokugawa Yoshinobu, culto e inteligente, intentó fortalecer su gobierno pero muchos poderosos daimyôs se rebelaron, se produjo una guerra civil, y fue derrotado. Finalmente perdieron todos porque finalmente Yoshinobu entregó el castillo de Edo y cedió su poder al emperador Meiji, a condición de unificar el país y terminar la guerra civil. Le fueron retirados sus títulos y posesiones. Corría el año 1868. Pero en 1.902 el emperador le devolvió su residencia y sus títulos nobiliarios y lo nombró príncipe por sus leales servicios a Japón. Murió en1913quedando una línea de príncipes Tokugawa que perdura hoy en día.
Aquí termina la historia de la época samurái, el alma del bushido.
Dra. Ada Gallardo
4° Dan AKKKA