El Karate, como cualquier desarrollo social, no puede conservarse idéntico a través del tiempo.
Observen por ejemplo el Karate de Miyagi y compáralo con el Karate de Seiko Higa, Meitoku Yagi, Seikichi Toguchi o Miyazato Ei’Ichi, sus alumnos. Luego elijan a cualquiera de ellos y compárenlo con si mismos en distintas edades de su desarrollo… ¿Miyazato de joven fue el mismo que en sus últimos años? ¿Su Karate fue el mismo?. Una generación y el karate es diferente. La misma persona, edad diferente, karate absolutamente diferente. Personalmente creo que esto es bueno. El cambio es bueno. Bueno y necesario para el progreso del saber.
Aprendemos día a día, construyendo un muro de conocimiento. Cada día agregamos una nueva fila de ladrillos a nuestra pared de experiencias. La obra no empezó con nosotros. Nosotros la heredamos. Es, sobre este muro de saberes heredados, donde algunos escribieron DENTO con grandes letras de tiza. DENTO significa “tradición”. DENTO es solo una palabra, y como tal una pintura frágil que la próxima lluvia puede borrar.
Pero, si hablamos del espíritu inherente a los sutiles cambios intergeneracionales que miran hacia atrás y recuerdan con pasión a sus Maestros, entonces la historia se graba en piedra dentro de cada karateka que decide seguir edificando, seguir aprendiendo, seguir enseñando. Y es así como los cimientos se asientan, los muros de sostienen y la tiza se transforma en acero, las letras se graban como marcas indelebles y trasmiten tradiciones que se asimilan y trascienden.
El karate deportivo siempre me aburrió. Es muy difícil que algún tipo de tradición valiosa se arraigue en él. Creo humildemente que 2020 será solo un instante y dependerá de cada uno de nosotros como capitalicemos esa luz pasajera y que ofrezcamos a aquellos que se sienten atraídos por el brillo momentáneo. Si solo ofrecemos el nuevo taekwondo, los ladrillos del muro construido por generación de artistas incomparables, terminará siendo “aka y ao”, endeble, una marca de tiza.
Si los ladrillos de los nuevos muros que nos toca edificar, son nuestras mejores experiencias, aquellas vividas intensamente, las paredes del conocimiento construido serán, tal vez algo diferente de aquellas que nosotros recibimos, pero no menos fuertes y solidarias con la idea de “tradición con cambios”, aquello que los Grandes Maestros grabaron en piedra como DENTO.
Pablo Scurzi