Por Pablo Scurzi
La noche estaba fresca y agradable en aquel pequeño y hermoso pueblo vitivinícola de Austria. Una banda amenizaba la cena del Sayonara Party durante el Gasshuku de 2019 en Hollabrunn y la alegría de los invitados y los locales continuaba con bailes, canciones y risas.
Las largas sesiones de entrenamiento de la mañana y la tarde, más las caminatas por los fríos y profundos celares, (bodegas familiares donde maceran los maravillosos vinos de la región), se hacían sentir en nuestros ya no tan jóvenes cuerpos y Honiball Sensei, Yuri Sensei, Pavel san y yo decidimos volver al hotel.
Robert (Bob) Honiball Sensei es un hombre alto y amable. Su mirada franca y pacífica, su amistosa sonrisa y su actitud amigable, puede darnos la falsa sensación de que podríamos vencerlo fácilmente en cualquier campo de batalla. Pues… NO! Solo verlo hacer kata para entender que en “modo normal” Bob Sensei es el ojo de un huracán, la calma antes de una tormenta que no querrás enfrentar. Por suerte, él sabe controlar ese devastador poder a la perfección, con la delicada caballerosidad del espíritu de un Buda.
Junto a este hombre, una leyenda escondida, caminábamos mientras la promesa de aire fresco y un pronto descanso, ayudaban a poner un pie delante del otro para llegar al hotel. Aún nos quedaba un día completo del excelente Seminario Europeo organizado por Hanshi Gsodam Friedrich, y todos queríamos estar a la altura que los Grandes Maestros presentes, exigían.
Cuando los sonidos de la fiesta se disiparon en la distanciosa nocturnidad de las estrellas de Hollabrunn, hice una simple pregunta y, lo que creí terminaría en un par de respuestas estándar, se convirtió en una de las conversaciones más trascendentes y cargadas de anécdotas que he oído de una persona a la que apreciaba profundamente y sin embargo, evidentemente, aún no conocía.
Respuesta tras pregunta tras respuesta, la noche pareció detenerse y no recuerdo en que momento llegamos al hotel, nos sentamos en el lobby y continuamos la charla hasta varias horas después de que todos volvieron, hicieron algo de barullo medido y se esfumaron tras las puertas de sus habitaciones. Trecientas almas durmiendo mientras nosotros oíamos fascinados las experiencias de vida de este maravilloso personaje inglés.
-Sensei?, hace años lo conozco y nunca le pregunté ¿dónde nació?
BH: Nací en 1952 en Liverpool, Inglaterra, en una familia de clase trabajadora; Además de mi padre y mi madre, tenía una hermana mayor llamada Celia.
Vivíamos en una casa pequeña con baño exterior, en una zona pobre de la ciudad. Tomar un simple baño era todo un acontecimiento, había que hervir el agua, el baño en sí era de hojalata; Las cosas eran difíciles en aquellos días, pero de niño nunca tomas real dimensión. De niño crees que la vida será un juego que podrás jugar fácilmente.
Recuerdo que la casa siempre estaba húmeda; algo que mis padres siempre lucharon por remediar. Al fondo de nuestro patio trasero había una enorme fábrica que producía latas. El ruido de la maquinaria era continuo…
-¿Puede contarnos algo sobre su infancia?
BH: Bueno… no fue fácil, eso si puedo decir. A los nueve años, contraje neumonía doble y pleuresía y casi muero. Mi madre, que había sido enfermera durante la Segunda Guerra Mundial, les rogó a los médicos que me dejaran quedar en casa para poder brindarme toda la atención y cuidado que yo requería.
El médico de vez en cuando pasaba para ver cómo estaba. Todavía puedo verme siendo demasiado débil como para moverme, luchando por respirar y tomando frasco tras frasco de penicilina como antibiótico, en aquellos días no había tabletas de antibióticos.
Me tomó mucho tiempo recuperarme. Cuando el doctor me mostró las radiografías, mis pulmones eran como dos manchas negras. Recuerdo que dijo: “Mira hijo, así de mal están tus pulmones, por Dios no fumes nunca que te vas a matar”. Me asusté tanto que nunca fumé pero, en esos días, casi todo el mundo fumaba y el tabaquismo pasivo es tan malo como el primario; entonces nadie hablaba de eso.
Mis ojos se iban abriendo como girasoles ante la franqueza de mi buen y admirado amigo Bob, quien ante mi evidente interés en su experiencia de vida continuó hablando:
BH: Fui a lo que llamaban una Escuela Secundaria Moderna, en nuestro distrito de Liverpool. Hoy siento que la educación que perdí mientras estuve enfermo, en cierta medida moldeó mi historia. Esa escuela no era un buen ambiente de aprendizaje; en general había pocos incentivos para aprender; en realidad se trataba de hacer lo suficiente para dar a los niños una educación básica y nada más. Era un colegio donde prevalecía el “bullying” y tuve que diseñar una táctica para evitarlo, básicamente se trataba de mantener un perfil bajo. Por suerte funcionó en gran medida. La educación inglesa en aquellos días se dividía en los sistemas de escuela secundaria moderna y secundaria. A los once años todos tenían que aprobar un examen para ser aceptados en una Grammar School (escuela secundaria). Fallé y, como resultado, me enviaron a la escuela secundaria moderna local.
Nunca he sido académico pero siento que el tiempo que perdí mientras estuve enfermo fue responsable de mi fracaso. Un nuevo sistema educativo se introdujo en Inglaterra cuando tenía alrededor de catorce o quince años, llamado Sistema Escolar Integral. Me permitieron quedarme un año más para tomar exámenes, pero eso significó que nos transfirieron a una escuela diferente que solía ser parte del antiguo sistema de escuelas secundarias. Allí tuvimos que afrontar el hecho de que todos nos consideraban “la plebe”. Éramos varios en la misma situación, esto ayudó a unirnos y cuidamos entre nosotros.
Mis problemas bronquiales volvían cada invierno, obligándome a pasar largos periodos sin ir a la escuela. Aunque quería ser bueno en los deportes, mi salud afectó mi estado físico y me detuvo por un tiempo.
Mi credibilidad en el grupo escolar mejoró cuando un día en el campo de deportes lancé por los aires a un niño mucho más grande que yo. Resulta que había comenzado a practicar Judo con dos amigos, tenía 15 años de edad. Después de eso, nunca más tuve que enfrentar intimidaciones o amenazas.
La voz pausada de este hombre invitaba a prestarle atención y me animaba a seguir preguntando. ¿A qué edad comenzó a practicar kárate, Sensei? ¿Hubo algo que lo motivó?
BH: Motivación…? Pues…, probablemente todos nosotros hayamos tenido alguna mala experiencia alguna vez, algo que nos haya hecho sentir mucho temor, que nos haya derribado para volver a levantarnos… Liverpool, como la mayoría de las ciudades portuarias del mundo, eran lugares difíciles para vivir. En aquellos días cada calle tenía su propia pandilla de jóvenes y siempre había algo de “juerga” entre ellos. Recuerdo que un par de miembros de nuestra pandilla terminaron luego en prisión.
Una vez, una familia que vivía al final de nuestra calle, gente difícil por cierto, dio un triste expectaculo de violencia frente mío…
-Respiró profundo y continuó.
El padre arrojó a uno de sus hijos por la ventana de un dormitorio…, por suerte no aterrizó sobre mí –risas-. El hombre golpeaba regularmente a su esposa, y en una occasion, ella recibió una compensación de dinero por la golpiza… al final del día hicieron una fiesta todos juntos para celebrar; música y alcohol…, gente loca y violenta.
En restrospectiva en esos primeros años, yo quería estar en forma y saludable, (mi afección respiratoria duró hasta los 25). Sin embargo, viniendo de un área difícil, también quería aprender algo que transformara mi debilidad en fortaleza física y me permitiera defenderme si surgían problemas.
Recuerdo dos situaciones en particular que me llevaron a querer defenderme. El primero sucedió cuando tenía alrededor de once años cerca de mi casa. Había tomado un atajo por un callejón y fui abordado por tres niños mucho mayores, uno me inmovilizó contra una pared y me puso un cuchillo en la garganta. Me asusté muchísimo. Corrí la corta distancia a casa y le conté a mis padres lo sucedido. Mi padre salió a la carrera para encontrarlos, pero fue en vano. Yo, que ya estaba asustado, me asusté aún más por mi padre, él podia haber resultado herido y esto, el hecho de haberle dicho, generó en mi cierto sentimiento de culpa.
La segunda situación ocurrió cuando yo tenía alrededor de catorce años. Yo era un boy scout y estábamos en el campamento. Todos los demás habían ido de excursión, yo no me sentía muy bien, así que fui a descansar a una de las tiendas y me quedé dormido. Me desperté y encontré a uno de los exploradores veteranos (creo que tenía veintitantos años) tratando de tocarme de manera inapropiada, toqueteándome. Le pegué y le grité “F…O…” y se fue. No me hizo nada, no me lastimó físicamente de ninguna manera, pero fue suficiente para que dejara a los exploradores poco después. En aquellos días, cosas como esta no se hablaban ni se informaban, era muy vergonzoso contárselo a alguien más, así que lo guardé en el fondo de mi mente y lo olvidé. Años más tarde, cuando estos abusos comenzaron a ser expuestos y los abusadores fueron castigados, me sentí algo culpable por no señalar con el dedo al tipo en ese momento. De todos modos, creo que esos sentimientos de culpa son una de las razones por las que odio a los matones, el bullying de cualquier tipo, las injusticias y por las que trato de ser un “perro pastor” a mi manera.
Quizás fue una de las razones por las que decidí trabajar a tiempo parcial en la industria de la seguridad del entretenimiento muchos años después (comúnmente conocida como Doormen o Bouncers).
Como Artistas Marciales algunos de nosotros sentimos que tenemos la obligación de, no solo guiar a nuestra gente, sino cuidarla, ser buenos “perros pastores” en nuestra comunidad.
Honiball Sensei miró a Yuri como si esta charla la hubieran tenido antes y agrega:
Estoy seguro que para ti, Yuri san, un ex fuerzas especiales, o para Tony, o Pablo, o Nuno Cardeira de Portugal, por nombrar algunos Sensei en quienes puedes ver esa misma mirada, esa actitud de alerta por su gente, las razones que los llevaron a las artes de combate, tienen puntos en común.
Nuestra conversación se ponía cada vez mejor y, ustedes saben, una pregunta a tiempo siempre es mejor que una suposición apresurada: -Sensei, ¿y cuando comenzó la práctica?
Allá por 1967… Cuando esta pasión comenzó para mí, uno tenía pocas opciones: o hacías Box o Judo. Poco tiempo después conocí el KARATE a través de un chico que vino a entrenar Judo con nosotros. Un día le pedimos que nos mostrara de qué se trataba, nunca habíamos visto algo así. Karate parecía algo misterioso, poderoso, mortal y me convenció de inmediato.
Me presentaron a mi primer instructor de Karate a los 15 años, Harry Benfield sensei, él practicaba Mushindo Ryu. Harry solía ser un luchador callejero y portero, él había desarrollado cierta efectividad en su estilo personal de combate. No puedo recordar porqué pero un buen día decidimos dejar de entrenar con él y buscamos otro estilo, uno que se adaptara mejor a nuestras expectativas. Probablemente fue el hecho de que nos habían dicho que era un estilo original de Okinawa y luego descubrimos que no.
En 1971 comencé a entrenar Uechi Ryu bajo la dirección de Tony Christian y Bob Greenhalgh Sensei quienes fueron excelentes profesores. No duró mucho.
Allá por 1972, Gary Spiers apareció en la escena del Karate de Liverpool y lo invitamos a nuestro dojo. Gary había entrenado Goju Kai en Japón con Yamaguchi y también en el Yoyogi Dojo con Higaonna, al volver a nuestra ciudad se había ganado toda una reputación.
Recuerdo la primera vez que Gary entró al dojo; no sabíamos qué esperar de aquel enorme medio maorí de pelo muy corto, (algo inusual en aquellos días), una nariz que se había roto tantas veces que le habían quitado los huesos y una cicatriz de una vieja herida de cuchillo que le atravesaba el rostro. Definitivamente hubo una sensación de inquietud ese día, incluso entre los chicos rudos del dojo.
Él nos ayudó a desarrollar una “actitud combativa”, nos introdujo en las realidades de la lucha real. A menudo decía: “una vez que la pelea comienza, nunca debes dejar de golpear hasta que tu oponente ya no sea una amenaza”. También creía que uno siempre debía estar preparado para pelear, sin importar dónde o cuándo, y en un par de ocasiones los domingo por la tarde, antes del entrenamiento, nos llevaba a mí y a mi amigo Sean al bar de al lado, dejaba algo de dinero en la barra y le pedía al barman que nos atiborrara de cerveza. Volvíamos al dojo y el resto de la sesión de entrenamiento teníamos que pelear con la barriga llena de alcohol, a punto de vomitar, sin control ni precisión y cayendo sobre nosotros mismos.
Supongo que estábamos algo locos por hacerle caso! Aun escucho sus palabras entre su habitual sonora risa sobre la importancia de saber pelear, ¡incluso en estado de ebriedad!
Su cara se iluminaba de sonrisas contenidas cuando contaba estas historias.
Teníamos poco más de veinte años, éramos impresionables y, como muchas personas que entraron en contacto con Gary Sensei, estábamos asombrados por este personaje que ciertamente vivió la vida al máximo. Mucha gente le tenía miedo, pero para mí y mi amigo Sean, él era como un hermano mayor que nos enseñó mucho sobre la lucha, el espíritu y la vida reales.
Mire a Yuri y él me devolvió la mirada hasta que explotamos en una sola carcajada. Creo que a ninguno de los dos se nos hubiera ocurrido emborrachar a nuestros alumnos para que peleen… bueno, ¡al menos no a mí!
La charla estaba tan divertida que dejamos que Sensei Bob continuara:
La única vez que vi a Gary a la defensiva fue después de una fiesta donde yo bebí demasiado. Al día siguiente me sentía enfermo. Gary, por la bondad de su corazón, decidió llevarme de regreso a la casa de mi madre. Llamó a la puerta y cuando se abrió, me ayudó a entrar y me dejó seguro en un sillón. Lo quise despedir y al mirar hacia atrás, pude ver a mi querida madre, que medía no más de un metro y medio, regañando a este gran oso con el dedo en alto, por traer a su hijo a casa en tal estado. Fue la única vez que lo vi a Gary caminando hacia atrás y disculpándose de la manera más educada posible. ¡Un verdadero caballero!
No puedo decir cómo pero de pronto una botella de genuino vodka ruso estaba sobre la mesa frente a los sillones del hall del hotel. Yo no me atreví a seguirles el ritmo por temor a perderme algo, así que opté por pedirle al conserje del hotel un café bien cargado. (Si mi buen amigo Sergio Ribeiro Soares hubiera estado presente, seguro hubiera bromeado al respecto; ya les contaré esa historia, algún día). -¿Continuó entrenando con Gary?, pregunté:
BH: No. Nuestros caminos se separaron cuando nuestros referentes Tony Christian y Bob Greenhalgh sensei, sintieron que nuestra dirección debía ser más tradicional y profundizar en nuestra práctica del KarateDo clásico.
Después de capacitarnos en varios cursos impartidos por Sensei James Rousseau, se decidió que deberíamos seguir estudiando Goju Ryu de Okinawa. Allí conocimos a Morio Higaonna y a Teruo Chinen sensei. Corria el año 1978.
Ese mismo año abrí un dojo en Liverpool. Un año más tarde me mudé a Norwich en el condado de Norfolk en la costa Este de Inglaterra y abrí otro dojo.
Aunque aprendí mucho de todos mis Sensei, decidí que necesitaba buscar una organización con un linaje más directo a las enseñanzas del Maestro Chojun Miyagi. Alrededor de 1986 decidimos unirnos a la Okinawan Goju Ryu Karate Do Kyokai de Okinawa. En aquel entonces, la sucursal del Reino Unido de JUNDOKAN estaba dirigida por Richard Barrett sensei. Richard había estado entrenando en Okinawa y regresó en 1985 para abrir una Dojo, con el permiso del Miyazato. Richard era un karate-ka muy fuerte con una excelente capacidad técnica.
-¿Qué decían sus padres sobre su interés por las artes de combate?
BH: Creo que mis padres pensaban que me había obsesionado con entrenar karate; sin embargo, estaban felices de ver que mi salud y mi fuerza mejoraban. Yo iba al Dojo tres veces por semana y pasaba casi todas las noches practicando en mi habitación,… sí, el Karate se convirtió en mi obsesión. Mi madre pensaba que estaba loco, mi padre solía hacer bromas sobre mí, llamándome cariñosamente “maldito tonto” (a bloody fool) por las locuras que hacía; ellos, a su manera, estaban orgullosos de mi determinación y dedicación. Mi hermana Celia dijo una vez que yo había superado mis problemas de salud gracias al Judo y al Karate.
Se hizo un corto silencio, otro trago de vodka humedeció la noche; mi café se había enfriado.
-Tengo una historia divertida que contar sobre mi padre -dijo Sensei Bob de pronto, acomodándose al borde del sillón.
A mediados de los 70 comencé a tener una pesadilla recurrente. Creo que de alguna manera mi mente recordó una vieja película “Jason and the Argonauts”, Jason lucha contra esqueletos humanos e intenta matarlos con su espada, pero obviamente esto era imposible. En mi pesadilla, estaba bebiendo con mi amigo Sean y un grupo de tipos malos querían pelear con nosotros, y por supuesto, accedimos. Lo que no sabíamos es que eran hombres de goma. Les dabamos puñetazos, golpes y patadas con todas nuestras fuerzas pero rebotaban en el piso y seguan luchando. Justo antes de sentirnos abrumados, me despertaba sobresaltado. Creo que todo esto era parte de mis inseguridades de niño.
Los fines de semana dormía hasta tarde y mi padre solía despertarme con una taza de té. En una ocasión fue a despertarme en medio de mi pesadilla, me desperté y vi a mi padre enojado. Lo había subido a mi regazo listo para golpearlo, el té se derramó por todos lados. A mi padre no le hizo gracia como te imaginas, pero era un buen padre, me llamó:-“maldito tonto” y salió de la habitación. Después de eso su idea de broma era despertarme golpeándome con un palo largo, mientras decía… sí, lo adivinaste…: “maldito tonto”, ¡ja! La pesadilla, afortunadamente, finalmente terminó después de un tiempo.
Yo también reí. No podía dejar de imaginarme la escena como parte de algún sketch de los Monthy Phyton en “The meaning of life”.
Creo que en ese instante me dí cuenta que estaba viviendo otro de esos momentos épicos entre mis memorabilias de viajes por el mundo. Un hombre extraordinario se presentaba ante nosotros desde la tranquilidad de su voz y la franqueza de su relato y nos daba una lección, somos lo que hacemos y hacemos lo que vivimos… Somos, en definitiva, lo que vivimos.
-Sensei, ¿y cómo llegó desde un barrio humilde en Liverpol a conocer a Miyazato Ei’Ichi en su histórico Dojo?
BH: Cuando decidimos unirnos a Jundokan a través del Dojo de Barret sensei, empecé a soñar con viajar yo también a Okinawa.
En 1989 mi deseo se hizo realidad. Viajé a la isla por primera vez con mi alumno y buen amigo Tony Green y allí entrenamos intensamente con Miyazato durante un mes. También entrené con Koshin Iha, Nanko Minei, Tetsunosuke Yasuda y otros gigantes. La profundidad y calidad de la instrucción en el Jundokan fue increíble.
Recuerdo que nos habían aconsejado no hacer demasiadas preguntas, ya que “no era el estilo japonés”; decían: “solo haz lo que te digan y entrena duro”. Pero éramos jóvenes y queríamos saber tanto como fuera posible, así que todos los días llegábamos al dojo antes que nadie y al ver a Miyazato, cortésmente le hacíamos preguntas.
A veces solo me decía; “Entrena más y lo entenderás”, pero en general respondía nuestras inquietudes; a algunas preguntas nos daba respuestas directas y a otras…, las respondía de una manera que nos hacía pensar y nos dejaba descubrirlo por nosotros mismos. Creo que al final terminó disfrutando de nuestro incesante interés por aprender.
Richard Barrett Sensei renunció a su cargo en 1997, y por recomendación suya, Miyazato Ei’Ichi Sensei me nombró Shibucho, es decir, Instructor Jefe de JUNDOKAN en el Reino Unido.
Recuerdo que una vez le pregunté acerca de ciertas personas que decían tener los secretos del Karate. Se rió y dijo: “Bob, los únicos secretos son los que descubres por ti mismo“. Él fue un Hombre Sabio.
-¿El entrenamiento de Karate era distinto en sus días de estudiante a como se entrena hoy en el Jundokan So Honbu?
BH: En el Jundokan no ha variado mucho. Cuando un estudiante nuevo llegaba al Dojo, el Maestro Miyazato lo delegaba a un practicante con experiencia, para que lo instruya en lo básico. Esta relación podía durar toda la vida de práctica.
Durante el día solo había un puñado de personas entrenando, pero por la noche el número aumentaba con la asistencia de muchos Sensei experimentados. Lo mismo es hoy.
Las clases fijas, es decir organizadas con un líder que dicta que hacer, nunca fueron comunes así que tenías que motivarte; si te muestras perezoso, nadie se acercaría a ti para corregirte o aconsejarte, y te quedarías solo. Si trabajas duro y con entusiasmo en cambio, un alumno avanzado se acercará a ti y te tomará bajo su ala.
-¿Recuerda cómo fueron sus primeros días en el Jundokan?
BH: El Dojo estaba abierto para que la gente entrenara de 10 am a 10 pm y estaba cerrado los domingos. La gente podía entrenar cuando quisiera durante el tiempo que quisiera, lo cual era fantástico. Tony Sensei y yo entrenamos durante un mes completo en nuestra primera visita en 1989. Queríamos demostrarle a Miyazato Sensei, que éramos sinceros en nuestro deseo de aprender la tradición de Goju Ryu.
Esta primera visita fue muy intensa, entrenando todos los días bajo la atenta mirada de Miyazato y Yasuda Sensei.
Los domingos, Miyazato organizaba algún entrenamiento especial, así que normalmente no teníamos días libres, ¡ja!
El eco de su carcajada quedó resonando en el silencioso salon. Una sutil mirada a la nada lo condujo a más recuerdos:
Un domingo Miyazato Sensei nos pidió que nos reuniéramos con él al frente del Dojo. Yakabu Sensei (perdón si está mal escrito, lamentablemente ha fallecido) también estaba allí, el iba a ser nuestro conductor y nuestro traductor.
Okinawa tiene muchos sitios históricos y hermosas playas para visitar. Pensamos que podríamos tener la oportunidad de nadar, ¡pero no! Recorrimos la isla parando brevemente en algunos lugares de increíbles paisajes o para almorzar. Cada vez que pasábamos por una playa, Sensei decía –Bob, Tony san, una playa hermosa, ¿verdad?- Respondíamos “Hai, Sensei” mientras nos despedíamos de ese paraíso de arena blanca y agua cristalina, ¡ja! Sin embargo, fue una gran experiencia hacer turismo y pasar tiempo con Sensei.
Cuando empezamos a entrenar en el Dojo no sabíamos quién era quién, pero rápidamente quedó claro quién era mayor al ver sus habilidades. Por supuesto, siempre se mostró respeto, pero la actitud dentro del Dojo era que todos estaban allí para entrenar duro y la calificación de un individuo nunca se interponía en el camino.
Estábamos acostumbrados a entrenar solos, pero para los que no, sin duda es un desafío. Al principio, la automotivación, puede resultar difícil de afrontar. Si eres perezoso te quedarás solo. Sin embargo, si el Sempai, o el Sensei ve tu compromiso, tus ganas de aprender y trabajar duro, te ayudarán o te darán consejos. Creo que Tony Sensei y yo fuimos puestos a prueba hasta cierto punto en nuestra primera visita porque, comprensiblemente, nadie nos conocía. La clave en tales circunstancias es trabajar duro, nunca rendirse ni mostrar ningún dolor si te golpean por accidente.
Recuerdo un día que fuimos invitados a la casa de Shinko Sensei; él era un Sensei senior muy respetado. Le gustaba hablar y explicar puntos vitales llamativos, creo que nos estaba probando –sonrie cómplice– y esa noche salimos con muchos moretones en los brazos, pero después de eso todos querían entrenar con nosotros… se ve que le caímos bien a Shinko Sensei.
Hizo una pausa, agitó su vaso haciendo unos círculos y agregó meditativo:
Cuando Jundokan comenzó a fracturarse fue muy triste para mí. La división entre el Jundokan y el Kyokai dejó amigos a un lado y al otro de la grieta. Extraño no poder entrenar con algunos Sensei con quienes tenía una muy buena relación.
-¿Quiénes eran sus Senpai en aquellos días? ¿Había algún alumno de Miyazato que usted admirara por su técnica o su calidad docente?
BH: Miyazato formó muchos excelentes karate-kas. Todos tenían alguna especialidad. Todos nos ayudaron en nuestros primeros pasos.
Recuerdo con mucho cariño a Omine Sensei, a Chinen Shinzo Sensei y a Yasuda Sensei, pero tuve la suerte de conocer a muchos más.
Es típico del Jundokan que los sensei senior se suelen especializar en los diferentes aspectos del entrenamiento. Esto genera un excelente ambiente de trabajo y aprendizaje, se puede recurrir a la experiencia de todas estas personas para resolver cualquier problema que pudiera tener.
El entrenamiento en el dojo era estricto y no se permitían charlas ociosas, sin embargo, después de la clase de la tarde, por lo general, uno o más de los mayores nos invitan a salir. Esto es una experiencia única y muy informativa, lejos de las paredes del Dojo, los seniors bajaban la guardia y se mostraban más permeables a más preguntas. En algunos aspectos, he aprendido tanto en estas ocasiones como estando en el propio Dojo.
Desde nuestra primera visita en el año 89, hemos tenido la suerte de conocer y entrenar con grandes nombres, muchos de los cuales han fallecido: Koshin Iha Sensei (RIP) fue uno de los mejores estudiantes de Chojun Miyagi Sensei y fue asesor técnico de Jundokan. En una de mis visitas a Okinawa, Iha Sensei corrigió mi Sesan Kata, lo recuerdo moviéndose a mí alrededor mirándome intensamente. Después de corregir un par de cosas en mi Kata, perfeccionó mi técnica explicándome cómo usar mejor dinámicamente mis hombros y codos para hacer mi técnica más efectiva. Sólo esto hizo que mi visita a Okinawa valiera la pena y fue un gran honor que él me corrigiera.
Yoshishige Omine Sensei (QEPD) fue uno de los estudiantes más antiguos de Miyazato. Solía entrenar la mayoría de las tardes. Omine Sensei siempre estaba disponible para hacerle preguntas.
Shinzo Chinen Sensei (QEPD) fue un campeón de Kata, un respetado árbitro internacional. Chinen Sensei corrigió y perfeccionó nuestro Kata, así como otros aspectos de nuestro Goju Ryu. Recuerdo una noche que nos llevó a Tony Sensei y a mí a uno de sus bares favoritos, la gente preguntó quiénes éramos, él explicó que éramos sus alumnos del Reino Unido, al final le pidió a Tony Sensei que hiciera Sanchin Kata y que yo realizara el Shime (prueba). Después de las bofetadas y duros golpes, todos aplaudieron. ¡Ja! Interesante experiencia después de tomar unas copas, ¿verdad?
Nanko Minei Sensei fue el primero de los alumnos de Miyazato en abrir su propio Dojo. Tuvimos el privilegio de que él corrigiera nuestro Kata. Su Kata es excelente. Pasamos una tarde en su Dojo, después hubo una fiesta y creo que todo su pueblo salió a celebrar con nosotros, fue como algo sacado de una película, una experiencia memorable.
Hisao Sunagawa, Katsuhiko Yogi y Hiroshi Ganaha Sensei nos ayudaron mucho. Sunagawa Sensei era conocido como el experto en Kihon (elementos básicos y fundamentales) y en varias visitas a Okinawa tomó a mis alumnos bajo su ala, trabajándolos duro y perfeccionándolos.
Masaji Taira Sensei es definitivamente único. Le encanta el kumite y fue el principal experto en Bunkai del Jundokan, reconocido por su habilidad de pelea (no deportiva). Taira Sensei es un ex-oficial de policía y su habilidad, técnicas y estrategias de lucha se basan en sus experiencias.
Tenemos la suerte que actualmente en el Jundokan quedan grandes Maestros como Yasuda Tetsunosuke[i], Tsuneo Kinjo, Tetsu Gima, Kazuya Higa, Sensei muy capaces y poderosos en todos los aspectos de Goju Ryu. Sus consejos son invaluables y, junto con Kancho Miyazato, están preservando el legado de Miyazato Ei’Ichi Sensei.
-¿Cuál fue su primera impresión de Miyazato Sensei?
BH: Miyazato Sensei era una leyenda. Vivía en el tercer piso del Jundokan con su esposa. Ahora, como sabes, es el hogar de Kancho Yoshihiro Miyazato, su hijo.
Miyazato fue un alumno destacado de Chojun Miyagi. Al morir Miyagi, los estudiantes y la familia del Maestro propusieron que Miyazato debía ser quien continuara como director del Dojo que funcionaba en la casa del Gran Maestro con la ayuda de Iha Sensei.
Miyagi Chojun tenía en alta estima a su auxiliar y leal alumno, y este lo acompañaba tanto en la clases que se daban en el jardín de la casa del fundador del Goju Ryu como también en la academia de Policías de Naha donde también enseñó Judo.
Se hizo un pausado silencio. La botella volvió a dejar algo de su transparente elixir en los vasos del caballero inglés y del lobo estepario ruso. Yo opté por otro café, mi resistencia al alcohol jamás podría describirse como “épica”, a no ser, en cuenta de alguna ironía.
BH: La última vez que entrenamos con Miyazato Sensei fue justo antes de su muerte en 1999. Obviamente Sensei padecía problemas de salud, sin embargo, nunca se rindió y estuvo enseñando con su Gi incluso el último día de nuestra visita. Recuerdo que cuando salimos hacia el aeropuerto se despidió diciéndome que me cuidara, hice una profunda reverencia y le dije: “No Sensei, por favor, usted debe cuidarse”. Al decir esas palabras, me di cuenta de que tal vez no lo volviéramos a ver.
Miro su vaso como si hubiera alguna respuesta olvidada detrás del fuerte destilado de granos de centeno y nostalgias…
Al enterarnos del fallecimiento de Sensei, nos dimos cuenta de lo privilegiados que habíamos sido al haberlo conocido y me prometí transmitir todo lo que había aprendido de él lo mejor que pudiera.
Recuerdo que una vez le pregunté: ¿Cuál es el regalo más grande que puede darnos el Karate? Él simplemente respondió: -“Humildad“. Esta respuesta aún resuena en mi memoria como un mantra.
Siempre les digo a mis alumnos que el día en que deje de refinar mi Karate, será el día que deje de entrenar. Es vital insistir en la busca de algún maestro que tenga más experiencia y conocimientos que uno mismo.
Miyazato Sensei era un hombre de carácter y no tenía miedo de decir lo que pensaba, lo cual es inusual en la sociedad japonesa. Era también sabio, humilde, un hombre de gran corazón que dio mucho de sí. Siempre lo recordaremos con afecto y lo tendremos en alta estima.
Fue un hombre muy respetado por otros Grandes Maestros, tanto en Okinawa como en Japón, y creo que esto habla por sí solo. También fue presidente de Okinawa Ken Karate Do Renmei (que abarca todos los estilos de Karate Do en Okinawa) y presidente en Okinawa de la All-Japan Karate Do Federation. Como fundador del Jundokan, Miyazato Sensei hizo mucho por el crecimiento y desarrollo del Goju Ryu así como del Karate Do en general.
Echamos mucho de menos a Miyazato Sensei, pero estoy seguro de que su espíritu sigue vivo en cada uno de nosotros y en cada uno de los Grandes Maestros que hoy están con nosotros en este Gasshuku[ii].
El Dojo Kun del Jundokan fue tomado de los consejos que Miyagi Sensei solía darle a él y a sus otros estudiantes. Creo que resume la filosofía de vida de Miyazato.
Sé humilde y educado
Entrena considerando tu fuerza física.
Practica con seriedad y creatividad.
Sé calmado y veloz.
Cuida tu salud.
Vive una vida sencilla.
No seas demasiado orgulloso o modesto.
Continúa tu entrenamiento con paciencia
Una vez me dijo y lo recuerdo como si fuera hoy: “Si realmente sigues el camino, incluso si pierdes una pelea o una batalla, aunque las cosas vayan mal en la vida, nunca serás derrotado”. Cuando le pregunté cuál era el principio del Goju Ryu: “Primero debes entender qué es Yin/Yang, pero entender no es suficiente, debes entrenar, entrenar hasta que se vuelva natural en tu cuerpo y en todos los aspectos de tu entrenamiento”.
En una ocasión, mientras me corrigía, me aconsejó: “Bob San, recuerda siempre que el 70% de tu poder proviene de tus pies, piernas y caderas, sólo el 30% de la parte superior de tu cuerpo“.
Hoy es una suerte tener a Kancho, Kinjo, Gima Sensei y los demás Sensei del Jundokan, personas que están preservando la tradición del Jundokan y las enseñanzas de Miyazato Sensei. Para con ellos tenemos una gran deuda de gratitud.
El lobby del gigantesco colegio/hotel de Hollabrum había quedado mudo y en penumbras. Era difícil ver más allá del entorno de nuestros cómodos sillones excepto la luz de la gerencia o el brillo surrealista de la sólida botella de fino alcohol sobre la mesa. Pregunté: -¿Pudo hablar con Miyazato sobre la historia del karate? ¿Tuvo la oportunidad de hablar con él sobre cómo conoció a Miyagi Chojun?
BH: Interactuar con Sensei, hacerle preguntas sobre historia, entrenamiento o sobre sus pensamientos y la vida, fue muy especial para nosotros. Por lo general, después escribíamos notas sobre cualquier cosa que pensáramos que era importante. A veces Sensei nos invitaba a al segundo piso del Dojo después del entrenamiento y de vez en cuando, incluso preparaba algo para comer. Sensei hablaba muy poco inglés, así que era uno de los otros estudiantes que traducía para nosotros.
En una ocasión le preguntamos a Sensei sobre su Maestro, Chojun Miyagi, y el papel que desempeñó en su vida. Él nos contó sobre sus propios comienzos y cómo comenzó a entrenar con su padre a la edad de 14 años. El padre de Ei’Ichi Sensei había sido alumno de Kanryo Higashionna.
En 1938 su padre lo presentó al Maestro Chojun Miyagi y así comenzó su formación en Goju Ryu. Entonces el Dojo estaba en el jardín trasero de la casa de la familia Miyagi. Solo unos 10 estudiantes entrenaban allí. Al describir el lugar dónde practicaban, Miyazato Sensei contaba que no tenían un lugar agradable y cómodo como el de hoy. Entrenaban en el suelo de tierra. El jardín estaba equipado con Makiwara, Chishi, Ishi Sashi y todas las herramientas de entrenamiento necesarias para hacer Hojo Undo. Era común en aquellos días ír a correr hasta la playa y luego, al volver, Miyagi Sensei les enseñaba Sanchin Kata. El entrenamiento de esos días era muy severo, pero al finalizar Miyagi Sensei era muy amable con ellos.
-¿Y después de la guerra? ¿Pudo hablar con Miyazato Sensei sobre eso?
BH: Bueno… debes entender que no fueron recuerdos agradables. Fueron días oscuros para el pueblo de Okinawa…
Al terminar su educación, Miyazato Sensei fue reclutado por el ejército japonés. Había estallado la Segunda Guerra Mundial y Japón estaba en guerra con Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Soviética. Miyazato Sensei debió unirse al ejercito tan pronto terminó la escuela secundaria. Después de un duro entrenamiento, lo enviaron a Manchuria para ayudar a patrullar la frontera con la Unión Soviética. Su trabajo principal estaba en la sección financiera. El poco tiempo libre que tenía lo usaba para entrenar, y como resultado se ganó el respeto de los oficiales y demás soldados.
Recuerdo que una tarde nos contó que estando en China, un oficial le pidió que enseñara Karate al personal armado, pero él se negó rotundamente y debió pedir que lo trasladaran. Con el tiempo, lo enviaron a trabajar a un hospital militar en Japón continental.
Al finalizar la guerra y regresar a Okinawa, Miyazato encontró su tierra natal en ruinas y a su padre asesinado durante la invasión de la isla, con un disparo en el corazón. Este fue un momento terrible en la historia de Okinawa, había escasez de agua, alimentos y energía. A pesar de tantas dificultades, Miyazato Sensei nunca mostró resentimiento. Una de las primeras cosas que hizo al llegar, fue visitar a su Sensei; Miyagi vivía en un campo de refugiados en el centro de la isla.
En ese momento Miyagi Sensei no tenía el corazón para enseñar. No olvidemos que, dos de las hijas del fundador del Goju Ryu habían sido enviadas a Japón continental por seguridad, pero su barco fue hundido durante el viaje y murieron (el Maestro Miyagi perdió a tres de sus hijos durante la Guerra) y aún no había podido encontrar a otros tres de sus hijos. Además de esto, su alumno más cercano, Shinzato Jinan Sensei, también habái muerto durante la feroz batalla por Okinawa, junto con muchos amigos.
Respiro profundamente a modo de angustioso suspiro y miró su vaso casi vacío. Pavel san se apresuró a llenarlo nuevamente.
Pasó un tiempo antes de que Miyazato Sensei lograra reunir a algunos antiguos estudiantes y juntos recaudaron suficiente dinero para construir una nueva casa para Miyagi Sensei y su familia en un terreno cedido por un viejo amigo. Todos tenían la esperanza de que el entusiasmo volviera al corazón de su Sensei, lo cual, por suerte, sucedió.
Finalmente, Miyagi Sensei reasumió su puesto como Shihan de Karate en la Academia de Policía de Naha, cargo que ocupaba antes de la guerra. Por recomendación y consejo del Maestro, Miyazato se convirtió en Oficial de Policía y asumió el cargo de enseñar Judo en la Academia en 1946.
Desde el final de la guerra, la salud de Miyagi Sensei comenzó a deteriorarse progresivamente. Siendo consciente de esto, Miyagi Sensei solicitó que Miyazato junto con Koshin Iha asumieran la responsabilidad de enseñar en el jardín de la nueva casa de Tsuboya.
Miyazato Sensei me dijo que entonces solo había unos diez estudiantes, todos niños pequeños, por lo que el entrenamiento que recibieron no fue tan severo como el que tuvieron en sus primeros días. Miyazato contaba que su Sensei salía de la pequeña casa de madera, se sentaba en una silla y decía: –Miyazato san, por favor enséñele-.
Lamentablemente, Chojun Miyagi Sensei falleció el 8 de octubre de 1953 a la edad de 65 años.
Pese al duelo, la familia quizo cumplir la voluntad de Miyagi Sensei y se continuo con el entrenamiento, se renovó el Garden Dojo y se sumaron nuevos estudiantes.
Recuerdo las palabras de Miyazato Sensei al relatar cómo se reanudaron las sesiones regulares de entrenamiento en 1954: -“La muerte de Miyagi Sensei resultó en el futuro incierto de Goju Ryu. Algunos de los miembros del Dojo discutieron este problema pero debido a las dificultades de la sociedad en ese momento, nadie quiso asumir la responsabilidad. Trabajé en la Academia de Policía como asistente de mi Sensei hasta su muerte. Debido a esto, me pidieron que cuidara de los estudiantes restantes de Sensei. Además, alguien tenía que hacerse cargo de Goju Ryu. La familia de Miyagi Sensei me instó a aceptar esta responsabilidad, así que finalmente acepté. Con el permiso de la Sra. Miyagi comencé a enseñar en el Garden Dojo con la ayuda de Iha Sensei y el Sr. Inami Sensei”.
Con el fallecimiento de su mentor, Miyazato Ei’Ichi se convirtió en el Instructor Jefe de la Academia de Policía, donde enseñó Karate Do, Judo y técnicas de arresto.
Afuera las estrellas brillaban expectantes al relato de este gran hombre. Hasta las insistentes almas de los gatos de los celares de la campiña austríaca se habían acercado a escuchar estas historias nunca antes contadas. Todos estábamos absortos, como en un cine de medianoche, en silencio, impacientes de leyendas. Él tomó un nuevo sorbo de su transparente vaso y continuó:
En 1955 se celebró una reunión general de la entonces Goju Kai (una asociación creada en Okinawa para preservar las enseñanzas de Chojun Miyagi Sensei). Se eligió un restaurante de Matsuo, un barrio en Naha. La reunión fue presidida por Nakaima Sensei y debía decidir sobre el sucesor del Maestro Chojun Miyagi. Se propuso que se recomendara a Miyazato Sensei como sucesor. Solo Meitoku Yagi puso una objeción. Entonces el Sr. Kin Miyagi (el segundo hijo de Miyagi Sensei) se dirigió a todos y contó como su padre se refería a su alumno: –Ei’Ichi san es el único en quien puedo confiar, después de que muera.
Después de esto no hubo más objeciones y la moción fue aprobada. Con esta decisión, Miyazato Sensei fue reconocido oficialmente como el verdadero sucesor del Maestro Chojun Miyagi. Al principio, Miyazato Sensei se negó, pero luego accedió por el bien de la asociación.
Debido al aumento en el número de estudiantes, la falta de espacio en el Garden Dojo de la esquina de Tsuboya y la preocupación de que Goju Ryu pudiera desaparecer, se decidió trasladar el Dojo a un local más grande. Cuando Miyazato le preguntó a la Sra. Miyagi si podía seguir enseñando Goju Ryu fuera de su casa, ella respondió: –Sí, por favor enséñelo y consérvelo-. Entonces, en 1957 se construyó un Dojo de madera en Asato, Naha. En este momento Miyazato Sensei fundó la asociación, Okinawan Goju Ryu Karate Do Kyokai y decidió llamar a su nuevo Dojo JUNDOKAN.
Un día le pregunté sobre el significado de este nombre, Miyazato Sensei me respondió: –Hay muchos Dojos con un nombre que suena similar a este, pero originalmente tomé el nombre de un poema chino. En este poema el significado de “Jun Do” es “Seguir el Camino”. No es el Jun tomado del nombre de Chojun Miyagi Sensei, aunque el Kanji es el mismo. “Seguir el Camino” es llevarte a la victoria aunque pierdas.–
Debido a la creciente popularidad del Karate Do, en 1969 se comenzó a construir un nuevo Dojo. El “nuevo” Dojo es el que todos nosotros conocemos y es uno de los más espaciosos y mejor equipados de Okinawa.
En 1972, la Academia de Policía se trasladó al norte de Okinawa. Esto fue un problema ya que viajar esta distancia todos los días habría tomado una cantidad considerable de tiempo y Miyazato Sensei tenía que pensar en su Dojo. Por suerte, casi al mismo tiempo, un amigo le preguntó si se convertiría en el director de una empresa de mudanzas que estaba a punto de crear. Esta fue una oportunidad ideal que permitió a Miyazato Sensei continuar con sus responsabilidades en el Dojo.
No hay duda de que Miyazato Sensei podría haber ganado una cantidad considerable de dinero con Karate Do. En un par de ocasiones, traté de sugerirle que sería bueno que escribiera un nuevo libro sobre Goju Ryu. Sin embargo, el código de moral por el que vivía le impedía hacerlo, él siempre citaba las palabras de Miyagi Sensei: “Nunca debes comer de Karate” y enfatizó fuertemente esta opinión a todos sus alumnos.
La ambición de vida de Miyazato Sensei era preservar la tradición que le fue transmitida por su Sensei. Siempre animó a sus alumnos a trabajar duro. Pero más que esto, los animó a comprender, investigar y profundizar su conocimiento del Karate Do y, al hacerlo, buscar la sabiduría de quienes habían llegado antes.
Los ojos de Bob Sensei brillaban de ternura cuando hablaba de su Maestro, y en la fresca noche de Hollabrum, sentados cómodamente en la recepción, la botella de licor ruso empezaba a dar signos de insuficiencia. Era tarde, el cuerpo se enfriaba y las horas de duro entrenamiento en el polideportivo del colegio técnico, se hacían sentir. Y sin embargo, no podíamos parar de preguntar. Un libro de sabiduría se abría ante nosotros y era ahora o nunca:
-Sensei, si tuviera que elegir un momento donde usted supo que estaba transitando el camino correcto, digo, dentro del mundo del Karate, ¿Cuál sería?
BH: Hay un par de instancias, muy simples pero que me tocaron personalmente. Una fue en una de nuestras fiestas de despedida, donde se esperaba que diera un pequeño discurso (algo en lo que no soy bueno). Estaba sentado junto a Miyazato Sensei y a mi turno me puse de pie y dije que entendía cuán vital era para Miyazato Sensei preservar las enseñanzas de Chojun Miyagi, y le prometí que Tony Sensei y yo haríamos lo mismo con las enseñanzas que nos había transmitido. Cuando me senté, Sensei tocó suavemente mi muslo, me miró a los ojos y asintió emocionado.
A veces, Miyazato Sensei salía del Dojo y llenaba un par de baldes con agua, luego ordenaba a todos correr de un lado a otro para limpiar el piso y todo el equipo de Hojo Undo con paños húmedos. Una tarde justo antes de que pasara Sensei con los baldes, fui a agarrar un trapo como siempre y poner mi granito de arena pero Senesi me paró con un –No Bob san-. Pensé para mis adentros: finalmente estoy exceptuado.
Avanzaba la noche y la botella se rendía sin esperanzas ante tantas emociones, tantos recuerdos compartidos. Debía distender la charla y opté por volver al plano actual. -Sensei, usted vive en Lituania, ¿Qué lo llevó allí?
BH: En 1992 fui invitado a Lituania para enseñar Goju Ryu. Las personas allí eran fuertes y estaban ansiosas por aprender.
Al final de esa visita, me entregaron una medalla deportiva del ejército lituano por enseñar defensa personal a algunos de sus instructores. Es más, me invitaron a quedarme y enseñar combate sin armas, pero en ese momento rechacé cortésmente la oferta. Sin embargo, un antiguo alumno me invitó varias veces a impartir seminarios a lo largo de los años y finalmente hice de Lituania mi hogar.
Yuri se acomodó en su sillón y, con su vaso a medias, su mirada de guerrero caucásico y su voz profunda preguntó en perfecto ruso, (ruso que, por suerte, fue traducido rápidamente por su intérprete): -¿Alguna vez tuvo momentos difíciles con su práctica de Karate? ¿Cómo se las arregló para lidiar con eso?
BH: Mi vida dio un giro sorprendente en 2004. Acepté el despido de la oficina de correos donde había trabajado la mayor parte de mi vida y terminé una relación de muchos años. Mi vida pareció implosionar y me tomó mucho tiempo recuperarme.
Mi familia y amigos me ayudaron a superar todo y les debo todo por eso. La frase “sabes quiénes son tus verdaderos amigos cuando los tiempos son malos”, es cierta para mí. Al reevaluar qué hacer conmigo mismo y por qué estoy aquí en este planeta, me di cuenta de que la entrenar y enseñar son mi verdadero propósito en la vida. Mi madre me dijo una vez que es importante ser bueno al menos en una cosa en la vida. Esa simple enseñanza me permitió continuar.
Los pasillos murmurantes del enorme edificio habían dejado espacio hace rato para el silencio a borbotones, apenas interrumpido por nuestra conversación que, no obstante, se apegaba a las rígidas reglas austríacas y se iba apagando como en un secreto. Volví a preguntar: Sensei: -¿Alguna vez estuvo interesado en el aspecto deportivo del arte?
BH: Personalmente, nunca me ha interesado el Karate deportivo; sin embargo, tengo un gran respeto por quienes lo practican.
Creo que en Occidente tenemos algunos de los mejores atletas de competición del mundo y uno debe buscar constantemente los métodos “modernos” de entrenamiento que desarrollan los científicos del deporte para mejorar el rendimiento físico y mental.
Hay un dicho japonés que dice: “apreciar lo viejo para entender lo nuevo”. Los practicantes de Karate que deseen llamarse a sí mismos tradicionalistas deben apreciar el hecho de que su tradición de lucha ha evolucionado a partir de la investigación, los métodos de entrenamiento y las habilidades de lucha de muchos atletas competitivos. Del mismo modo, quienes disfrutan de la competencia deben comprender que cada nueva generación de estudiantes ha sido reconstruida sobre la base de las enseñanzas de los Maestros que la precedieron. Por lo tanto, los métodos de entrenamiento, principios y filosofías del pasado, forman la base y esencia de lo que hoy llamamos “Karate Do Tradicional”, y siempre deben ser estudiados, investigados, entrenados y perfeccionados con el entendimiento de que la ciencia del deporte es nuestra aliada, compitamos o no.
En el Karate deportivo, el énfasis está en ganar un punto o un torneo, que sea digno de admiración y respeto. En el Karate tradicional el énfasis está en la lucha real y su desarrollo en Kata, donde residen los principios de lucha del estilo.
Sin embargo hay un dicho que dice: “entrena como quieres pelear y pelearás como entrenas”. En un nivel más profundo, el karate tradicional enfatiza el desarrollo del carácter a través de la comprensión del “yo”.
Me sentí identificado con la respuesta. Personalmente hace tiempo que no veo en la competencia deportiva nada que me atraiga. He sido un competidor de Kata y Kumite pero nunca al nivel que me afectara la idea de triunfo o derrota. Los tiempos actuales exigen altos niveles de “satisfacción inmediata” que sumado a reglamentos cada vez más complejos y aburridos, aumenta la distancia entre el karate de competencia y el KarateDo. Yuri pareció leer mi mente y preguntó:
–Bob Sensei, para usted: ¿Cómo cambió el nivel de interés por el Karate entre los jóvenes desde que usted empezó a practicarlo hasta la actualidad?
BH: El mundo ha cambiado notoriamente. El Karate también. Inglaterra es diferente. Okinawa es completamente distinta. El progreso, desde los años 70 a nuestros días, trajo cambios en todos los niveles y estamentos de la sociedad.
El Karate es una parte importante del patrimonio cultural de Okinawa y, como tal, siempre será muy apreciado por la gente de Okinawa. Por lo tanto, para aquellos de Okinawa que siguen el “KarateDo” o “El Camino del Karate”, es un tesoro especial que forma una parte importante de sus vidas. Shinzo Chinen Sensei me dijo una vez: “Mientras pueda respirar, practicaré Goju”. Siento que debido a este fuerte sentimiento por la tradición del Karate Do en Okinawa, siempre habrá una concentración de experiencia y conocimiento. Para mí es importante tener siempre un Sensei a quien admirar, no solo para refinar mi habilidad física sino para guiarme hacia una comprensión más profunda de la esencia del Karate. Se trata del énfasis que pones en aquello que aprendes y cómo puedes transpolarlo a tu vida cotidiana.
Yuri san continuó preguntando: -Usted es realmente peligroso en combate cuerpo a cuerpo: ¿Cuándo y cómo aprendió? ¿Fue su propia experiencia o alguien le enseñó?
BH: Siempre me han interesado los combates militares y civiles y la autodefensa. Con el tiempo, me pidieron que enseñara protección personal a personas y grupos en riesgo. Como resultado, quería adquirir experiencia sobre las realidades del conflicto, la violencia y cómo abordarla. Hay una gran diferencia entre aprender defensa personal en un entorno controlado, un Dojo, y en la calle, donde debes lidiar con el miedo y comprender las tácticas necesarias que entran en juego. Fue mi interés por el combate y cómo aplicarlo en la vida real, en la defensa personal lo que me llevó a trabajar en las puertas de discotecas. Sentí que mi entrenamiento de los días compartidos con Gary Spires Sensei me ayudaría a enfrentar mis propios miedos y lidiar con la violencia de una confrontación real.
Tener un cuchillo amenazante frente a ti o tener que encarar a múltiples agresores, es sin duda una dura prueba que pone de manifiesto cuanto, de las técnicas y tácticas practicadas, pueden servir de algo basados en la realidad. Trabajar en las puertas de los boliches y bares me enseñó la importancia de las habilidades de concientización efectiva, el lenguaje corporal correcto, las habilidades verbales, cómo lidiar con el miedo y el estrés, el uso positivo de la descarga de adrenalina y el uso de los atributos mentales del coraje, la determinación y la actitud combativa.
Durante la década de 1970 entrenamos en un lugar llamado The Gordon Smith Institute For Seamen (un hogar para los marinos). Alquilamos su comedor que tenía un buen espacio y piso de madera. Lamentablemente, creo que era un lugar de último recurso para los marineros, algunos de los cuales estaban jubilados y vivían allí. Muchos tenían problemas con la bebida, a veces teníamos que pasar por encima hombres que se desplomaban en las escaleras para llegar a los vestuarios. Recuerdo que teníamos un curso dominical, durante la pausa para el almuerzo vimos a un anciano con la cabeza en la sopa, pensamos que había bebido demasiado pero estaba muerto. Lamentablemente ese era el tipo de lugar que era… Había dos puertas batientes de longitud completa para ingresar a nuestra área de entrenamiento. En ocasiones, uno o dos borrachos venian a desafiarnos; el gerente nos dio permiso para echarlos si eran un problema, lo cual hicimos. Es como lo que ves en un salón de una película de vaqueros con las puertas moviéndose hacia adelante y hacia atrás. Fue una experiencia interesante para mí cuando era joven y veía el lado triste de la vida.
El entrenamiento de Karate te permite el desarrollo de estas habilidades, pero el trabajo de seguridad me ha dado una mayor y mejor comprensión de estos aspectos. He descubierto que enseñar desde la experiencia siempre da confianza a quien enseña, especialmente cuando se enseña protección personal. Trabajé en las puertas con mi buen amigo Tony Green Sensei, pero esa es otra historia. Tony Sensei continuó trabajando en la industria durante creo, unos cuarenta años.
Escuché decir que Kata solo es bueno para el desarrollo de la técnica en el deporte y es de poca utilidad en la lucha real. Mi experiencia en las puertas de los “Night Club” lo desmiente categóricamente. La mayoría de las veces he usado aplicaciones de Kata o alguna de sus variantes durante un altercado. Por lo tanto, sugeriría que las personas que sostienen este punto, investiguen un poco más sobre el uso de aplicaciones efectivas en relación con el Kata que practican.
Kata y sus aplicaciones deben practicarse juntos de manera efectiva para que se conviertan en uno. De esta forma cuando practiques Kata estarás practicando las aplicaciones y cuando practiques las aplicaciones estarás practicando Kata. Si entrenas Kata y sus aplicaciones, su uso en situaciones reales se volverá natural, reactivo y efectivo.
Trabajé como seguridad privada durante más de diez años y un buen día, por razones de salud, debí dejarlo. Tenía una infección en el pecho que no desaparecía así que un día mi médico me llamó y me dijo que le gustaría hablar conmigo sobre mi estilo de vida. Entonces temí lo peor. Le hablé de mi trabajo de tiempo completo en la oficina de correos, que daba clases de Karate tres veces por semana y trabajaba como portero cuatro noches a la semana. Sacudió la cabeza y me dijo que si seguía así no estaría en este mundo por mucho tiempo más. Algo tenía que irse…, así terminé renunciando a la seguridad.
-¿Sensei?- dijo mi amigo ruso Yuri:
El karate estuvo ampliamente representado en la cultura pop, especialmente en los años 70 y 80 del siglo pasado. Por un lado motivó a mucha gente a empezar a practicar Karate. Por otro lado, las películas generalmente se basaban en mitos, por lo que muchas personas venían a los dojos guiadas por los sueños y más tarde se decepcionaban.
¿Son las películas buenas o malas para el desarrollo de las artes marciales?
BH: Bueno… el gran auge de las artes marciales se produjo después de que las películas de Bruce Lee aparecieran en escena. Antes, sólo quienes tenían muchas ganas buscaban un club donde entrenar.
Algunos de nosotros solíamos ir a comer en el China Town de Liverpool un par de veces a la semana después del entrenamiento y allí nos hicimos amigos de algunos de los camareros que sabían que practicábamos Karate. Ellos nos dijeron que la Sociedad Cultural China proyectaba películas de Kung Fu todos los domingos por la tarde y nos invitaron a ir. La primera vez que fuimos, el cine nos negó la entrada, dijeron que era un lugar privado y que evidentemente no éramos chinos, –risas– nos dijeron que volviéramos otro día para ver otro tipo de película, la razón era que este cine era famoso por pasar películas pornográficas, ¡ja!. Luego conseguimos un pase de la Sociedad y todo estuvo bien.
Solíamos ir todos los domingos y éramos los únicos no chinos allí. Pensamos que las películas eran geniales, a veces tenían subtítulos en inglés para que pudiéramos entender lo que estaba pasando, pero la mayoría de las veces no, pero nos encantó la acción de todos modos, creo que los chinos pensaron que estábamos locos.
A principios de 1974 se lanzó “Enter The Dragon” de Bruce Lee, lo que fue un gran evento. Nuestro Sensei, Gary Spires, fue invitado a hacer una demostración antes de la película en uno de los cines más grandes de Liverpool. Ayudé en la demostración y recuerdo haber tenido dolor de espalda durante semanas después de que Gary Sensei me arrojara al duro suelo. Después de eso, el número de interesados en nuestro club y en otros, explotaron. Algunos Sensei incluso abandonaron sus trabajos diarios para convertirse en profesionales. Uno o dos de los camareros chinos que sabían un poco de Kung Fu abrieron sus propias escuelas, y solo por su buen aspecto, hacían mucho dinero, ¡ja!.
Muchas de las personas que vinieron por primera vez a entrenar querían ser como Bruce Lee y luego se sintieron decepcionadas porque se dieron cuenta del arduo trabajo que se necesitaba para lograr un estado físico razonable.
Como dijiste, algunas personas se dejaron engañar por los mitos, otras por sus sueños equivocados, y por lo general no duraron mucho. Sin embargo, hubo algunos que pese a todo, se enamoraron del aura del Dojo, de cómo todos compartían el respeto, el desarrollo de sus habilidades de lucha, el trabajo duro, la confianza en sí mismos y la disciplina, todos los atributos del buen entrenamiento. Se construyó una verdadera tradición de lucha.
Personalmente, creo que las películas contribuyeron mucho a desarrollar el interés por las artes marciales; tenemos una deuda de gratitud con personas como Bruce Lee o Jean Frenette Sensei, un gran colega del Jundokan.
En el cine no estoy de acuerdo con la violencia gratuita, ya que a veces la ficción de violencia sin sentido puede generar violencia real. Por otra parte, cuando no hay otra opción para que el bien derrote al mal en una historia moral, entonces el uso de la violencia puede ser apropiado. La vida y la historia nos han enseñado que el uso de la violencia ha prevalecido desde que existen los humanos. La violencia siempre debe ser el último recurso, pero a veces es justificable, cuando es en defensa propia, de tus seres queridos y de los inocentes. Como artistas marciales, esto debería ser como un lema de vida, siempre debemos tratar de ser buenos guías.
La película “Karate Kid” tuvo un gran impacto en los niños que querían entrenar. A lo largo de los años, la cantidad de niños que practican ha aumentado dramáticamente y algunos Dojos ahora tienen clases específicas.
Obviamente, hay muchos aspectos positivos en el hecho de que los niños aprendan Karate. Esto les ayuda a desarrollar autodisciplina y confianza, por nombrar algunos valores. La obesidad es otra preocupación creciente entre los niños y los jóvenes de hoy, así que, cuanto antes aprendan a disfrutar del ejercicio, más posibilidades de llevar una vida saludable.
Enseñar a los niños es un arte complejo, así que normalmente se lo dejo a otro Sensei, que tenga una mejor comprensión de la problemática. Debo admitir que enseñar a niños no es mi especialidad, probablemente porque nunca he tenido ninguna habilidad específica. Sin embargo, cuando enseño en un Gasshuku disfruto ver a los niños entrenar y hago lo mejor que puedo para ayudarlos.
Me ha resultado bastante humillante cuando, un padre me pide que le dé un discurso inspirador a su hijo para hacer que se sienta más seguro.
Era tarde. Todos necesitábamos descansar. Sin embargo no podía pedir más. Una noche de Gasshuku perfecta a 50 km de Viena. El vodka se había terminado, el conserje no parecía dispuesto a hacerme otro café y la responsabilidad de madrugar para la última clase junto a trecientas personas, hacían necesario cerrar los ojos unas horas.
Agradecí profundamente a Honnibal Sensei, a Yuri Sensei y a Pavel san por tan extraordinaria velada y me fui a mi habitación.
Quize recordar cada palabra como un tesoro pero, el sueño me venció pronto. “Jason y los Argonautas” no tuvieron más remedio que aparecer durante mis REM, pero en esta oportunidad el tesoro no estaba en Cólquide y era tan real como auténtico. En mi batalla personal contra los hijos de los dientes de la Hidra, la palabra “Humildad” se repetía como mi vellocino de oro.
Humildad, la palabra que define a Bob Hanshi.
(Actualización)
2° parte
Han pasado cuatro años desde mi charla con Honiball Sensei en Austria. El Mundo ya es otro sin duda. Tras una maldita pandemia y una cruel guerra a las puertas de Europa, definitivamente el Mundo es otro.
En nuestro país, un títere sin las condiciones mínimas necesarias para administrar un almacén familiar más su grupo de acomodados, gestionaron pésimamente mal la primera y la segunda, incomprensiblemente, fue usada como excusa de sus propias incapacidades. Al país lo chocaron durante cuatro años contra el mismo iceberg. Ya lo hemos dicho casi hasta el cansancio: los populismos son muy dañinos sin importar si vienen por diestra o por siniestra.
Durante esos años tuvimos que aprender nuevos trucos de frente a una cámara, intentando hacer atractivo algo que jamás se pensó para la enseñanza a distancia y que, de hecho, grita en su contra con cada gesto. Y apenas si logramos no perder el contacto. Muchos no resistieron.
Apenas vislumbramos la luz del Sol, tan sedientos de aventuras, hicimos las valijas y aceptamos la invitación al Gasshuku Europeo. Destino: Catania.
Queríamos encontrarnos con el Gran Maestro inglés para retomar nuestra charla. Lamentablemente Bob Honnibal no pudo viajar. Las condiciones climáticas de Sicilia obligaron a cancelar muchos vuelos. Los incendios de pastizales y del aeropuerto de Catania, solo empeoraron el panorama.
A mediados del año 2022 Bob Honiball Sensei había sido distinguido con el 9° Dan por las más altas autoridades del JUNDOKAN SO HONBU.
Cuando nos enteramos de la maravillosa noticia le escribimos para felicitarlo y preguntarle cómo lo estaba viviendo. Él estaba muy honrado y feliz por tal reconocimiento y prometió que, después del Gasshuku de Catania, nos daría más detalles sobre esta distinción, una a la que solo llegan los gigantes.
A nuestro regreso nos comunicamos digitalmente con él y pudimos hacerle un par de nuevas preguntas. Pero ahora, nuestro amigo, nuestro referente, ostentaba el más alto título al que un karate-ka occidental puede aspirar: HANSHI, profesor de profesores.
Hanshi recientemente ha sido ascendido a 9º Dan, ¿puedes hablarnos de ese momento? ¿Cómo se enteró, quién le notificó tal distinción?
En el mes de julio de 2022 Kinjo Sensei se puso en contacto conmigo para decirme qué él y Gima Sensei me recomendarían para un ascenso frente a Kancho Miyazato. ¿Te imaginas mi sorpresa? No quize hacerlo público, pero un alumno se adelantó. Supongo que es bueno ser recompensado después de todos los años de sudor y moretones, ¿verdad?
-¡Qué gran honor, estimado amigo!
Por cierto que lo es, pero también es una enorme responsabilidad, ya sabes, a mi edad la teoría y la práctica ya no van de la mano… ¡ja!
Sensei, cree usted que, pese a los tiempos que corren, tiempos donde todo tiende a la satisfacción inmediata, podremos mantener las tradiciones y al mismo tiempo tener la libertad de ser creativos?
BH: Yo creo que sí. En los primeros días del desarrollo del Karate en el Reino Unido, nuestro arte atraía a cierto tipo de individuo. Aquellos que querían esforzarse para ser fuertes tanto mental como físicamente. Entonces el entrenamiento era muy duro físicamente, al mismo tiempo que rudimentario. Hablando con personas que entrenaron en aquellos tiempos, todos coincidimos en que, más que nada, ayudó a desarrollar personas con espíritu y voluntad por seguir adelante cuando las cosas se ponen difíciles.
Solía haber un lema: “Sin dolor, no hay ganancia” (proviene de un proverbio antiguo), ese era ciertamente el caso en aquellos días. En aquel entonces no existía la fisiología del deporte, la ciencia del deporte, solíamos esforzarnos más allá del límite haciendo cosas que, mirando en retrospectiva, eran perjudiciales para el cuerpo, cosas que hoy nunca se te ocurrirían hacer. Actualmente tengo problemas de rodilla y espalda debido al loco entrenamiento de aquel entonces.
Atarse a tradiciones sin considerar las consecuencias no es bueno. Durante muchos años la calidad del Karate se ha desarrollado y perfeccionado y la tradición tuvo tiempo para readaptarse.
Hoy el mundo se ha convertido en un lugar más pequeño, la gente puede viajar a lugares como Okinawa para entrenar allí con grandes Maestros. Como resultado de la creciente popularidad del Karate en todo el mundo, los Sensei de Okinawa han podido viajar para enseñar, como Kinjo y Gima Sensei enseñan hoy en nuestros Gasshukus. Aquellos que han estado enseñando fuera de Okinawa durante años, ahora tienen una mejor comprensión de la profundidad de Goju Ryu, han refinado su propia práctica y su capacidad para enseñar a través del tiempo y la experiencia, tamizando algunas viejas tradiciones por mejores soluciones.
Creo que la gente que hoy entrena lo hace por muchas razones diferentes. Algunos quieren aprender un método de defensa personal y al mismo tiempo mantenerse en forma. Algunos se entrenan para ganar confianza en sí mismos, para mejorar su autoimagen, lo que puede ayudarles en diferentes aspectos de su vida. Algunos disfrutan de la camaradería de pertenecer a un grupo de personas con ideas afines y la amistad que ello conlleva. Algunos se sienten atraídos por el Karate como deporte. Todos estos motivos son válidos y positivos. Todos contribuyen a mejorar la “Tradición”.
Con la simpleza de los sabios y los genios sin diploma, Bob Honiball Hanshi me había hecho emocionar nuevamente.
Sí. La esperanza está al alcance de nuestras manos si sabemos que queremos y estamos dispuestos a jugar la partida.
[i] Yasuda Sensei falleció a principios de 2020, meses después de esta entrevista.
[ii] 2019 Gasshuku Europeo de Austria en Hollabrunn.
Agradecimientos
No puedo dejar de agradecer a Yuri Evteev Sensei por su importante colaboración en esta entrevista y desde ya a Honiball Hanshi, que con una paciencia ejemplar, me ayudó a corregir este trabajo.