Números

Los números en Imaginaria no son correlativos. De hecho se ofenden si los hacen hacer fila o los ubican en distribuciones predecibles sin función alguna. Prefieren ir libres por los valles de Imaginaria agrupándose al azar y sorprendiéndose, de vez en cuando, de alguna de sus propiedades.

Los imaginarios los cuidan desde chicos y los van dejando crecer de distintas maneras. Algunos son simples, otros complejos, algunos positivos y otros…, bueno, no tanto. Pero en general brindan un excelente servicio a la comunidad que los vio nacer y los cuidó desde la cuna.

Imaginaria y la isla de Dot, según Yuraima Borrero

Los locales dicen: –deme 41,3592 de sandía, -1,7547 de pan, 253,9786 de auto y, los números cómplices, ríen al ver la cara del vendedor tratando de ofrecer la cantidad exacta pedida lo mejor posible.

Los vendedores tampoco se quedan atrás y piden como compensación por sus productos o servicios, cifras difíciles de encontrar en las billeteras imaginarias:

-Señor, su auto está listo, sale $Pi.-

-Estimado cliente, su pan ya ha sido horneado como quería, el costo fue de $e.-

-Esta sandía cuesta raíz cuadrada de dos, ¿Puede pagar con cambio? Gracias.

-Señor, su auto está listo, sale $Pi.-

La risa es común entre los números de imaginaria y casi siempre termina en tos. No, no; no en dos, en TOS, cof, cof, cof. Pero también es cierto que a veces se asustan, sobre todo cuando quieren dividirlos sin motivo, por nada, pues cuando esto pasa, envejecen a un ritmo inusitado, incómodo, que no les permite disfrutar de los momentos más hermosos de sus vidas, ese tiempo increíble de emociones, cuando aún son requeridos, útiles, necesarios.

…cuando son como el nombre de una rosa o el dulce rumor de una alborada?

Ellos son muy “familieros”, siempre buscan alguna buena excusa para amontonarse con otros números reales, irracionales, trascendentales, en angulosas gradas o en milimétricas esquinas de la ciudad. Algunos forman familias con reglas estrictas de comportamiento, otros se agrupan al azar y bailan y cantan y ríen, otros te sorprenden deslizándose mágicamente por debajo de la puerta. Algunos pertenecen a la nobleza matemática como, el número de Avogadro, la constante de Newton,  el número de Arquímedes, Gauss, Fibonacci y tantos otros ilustres ciudadanos numéricos. Están también los de curiosos sobrenombres: Mala Fama (13), el Odiado (2943), el Feo (2319), Distante (8706), Asesino (5648) pero, no se asusten, son solo apodos que los habitantes de la comarca carmesí les dan para recordarlos.

Todos los números, a su manera, quieren devolver el cariño que los imaginarios invirtieron en ellos durante su maduración. Incluso aquellos que levantan pasiones encontradas como أربعة (arbaaton) o 四 (shi).

-…su pan ya ha sido horneado, el costo es de $e.-

No es raro ver a un número mayor contando cuentos en la plaza a los niños de Imaginaria, o sumidos en resolver algún problema contable del vecino de arriba, o acompañando al cirujano para recordarle cuantos puntos de sutura dio.

En general viven más tiempo que un ciudadano, pero sufren mucho el olvido. El tiempo solo transcurre hacia adelante para ellos. Cuando son tan grandes, ya pocos los recuerdan, y terminan refugiados en voluminosos libros, al cuidado de la S.A.I., la famosa Sociedad de Astrónomos de Imaginaria, quienes los acicalan y los limpian de tanto en tanto de sus cifras acumuladas, en extrañas notaciones, convenientes pero frías.

Son muy pocos los imaginarios que recuerdan haber tenido un Nonillon de sueños, o un Tricentillon de esperanzas y hasta dicen que hoy en día, algunos solo piden unos pocos deseos. ¡Qué locura! ¿Por qué pedir “pocos deseos”? Incluso Googol, un famoso número de fácil decir pero difícil escribir, ha quedado en el olvido y hace años que está en un hospicio, al abrigo pero triste, junto a los otros gigantes incontables, casi infinitos.

¿Será por eso que los imaginarios ponen tanto empeño en cuidarlos de chicos, cuando son como el nombre de una rosa y tienen, tanto futuro por delante?

Nadie lo ha visto pero, se comenta en el barrio, que cuando el peso de los ceros es tan grande, los números se hunden en un efímero remolino de certezas y… renacen inocentes, naturales, perfectos, en otro lugar pero sin recordar nada de su antigua grandeza.

¿Será por eso que los imaginarios ponen tanto empeño en cuidarlos de chicos, cuando son como el nombre de una rosa o el dulce rumor de una alborada?

CRÉDITOS
Pablo Scurzi vive en la ciudad de La Plata, Buenos Aires, Argentina. Director y Editor de la Revista SHIN y SHIN Virtual desde el año 1996.
Yuraima Borrero instructora de Karatedo y Kobudo, titular de KYODASHI martial arts shop y artísta plástica.