YASUDA TETSUNOSUKE
Subí al avión con los ojos tan húmedos como el clima de la isla. Me esperaban 44 horas de viaje para llegar a occidente un día antes de haber salido. Okinawa me había atrapado pero Hanshi Yasuda me había dado la mejor lección de mi vida: Si alguien se toma el trabajo en venir a aprender debemos darle lo más valioso que tenemos: nuestro tiempo.