En Imaginaria hay un hermoso tren rojo, dorado y negro.
Recorre toda la comarca en un lento y tranquilo paseo de topología anular con una sola estación, desde dónde, sus circunstanciales pasajeros, siempre salen esperanzados y siempre llegan sorprendidos .
Nada es evidente en su camino trazado en hierro, madera y balasto. Nada es previsible detrás de sus ventanas y su monótono ritmo. El escenario conmueve de montañas flotando sobre océanos de trigo, arroyos de cielo, mares de encendidas emociones, santuarios de tierra fértil.
La vieja locomotora a vapor hace sonar su silbato y va dejando una estela como nube que se apodera del paisaje y lo divide. Al llegar a destino, el chirrido de sus frenos precede al cansino aviso del guarda que avisa a todos los pasajeros, la inminente llegada a la “Inicial” y su próxima partida a horario.
Si, los imaginarios no suelen usar la palabra “Terminal” y mucho menos para su única estación. Ellos la llaman Inicial, y tiene sentido si pensamos que desde aquí, desde esta pintoresca estación de trenes, todo viaje da lugar a un nuevo inicio, sea para continuar con sus vidas o para volver a dar otra vuelta de descubrimientos. Muchos suben al famoso tren como primera aventura hacia la caprichosa geografía de Imaginaria. Otros, solo para alejarse al menos por un momento, de alguna decepción.
La estación se colma de viajeros, hombres de negocios, profesionales, niños, profetas y vendedores ambulantes de sueños de difícil garantía.
Dentro, todas las butacas dan a las enormes ventanas dobles. ¿Quién querría pedir “pasillo” habiendo tanto para ver? Hasta los mercaderes de papel se toman un descanso para admirar los paisajes ajenos, entre los anuncios y promesa de sus productos vacíos.
En la boletería, los tickets son todos iguales, las mismas letras, la misma estación, el mismo número: UNO. La sutil diferencia puede verse en los rostros de quienes están por subir. Cada pasaje conlleva una esperanza, un deseo oculto, un propósito ignorante del destino que les espera entre las silenciosas paralelas infinitas por la que el famoso tren de Imaginaria habrá de deslizarse hacia el mismísimo comienzo. Y allí, acurrucado entre diferentes emociones, el secreto del viaje que inicia en cada individuo, suspira de ver que hará por él un mismo paisaje, un mismo escenario de colores y sonidos exactos, un boleto de seguro retorno, una travesía en imágenes por la comarca carmesí, que otros ya han transitado.
Este esquema de negocios ha sido un rotundo éxito. El tren, año tras año va agregando vagones para acomodar a más y más pasajeros. Algunos se preguntan ¿hasta cuándo seguirá así?, ¿qué ocurrirá cuando la máquina termine empujando al vagón de cola? Los antiguos, sabios visionarios del trayecto sin fin, cuentan que esto ya ha ocurrido un par de veces en la historia y no fueron días fáciles. Sin poder distinguir la máquina de los vagones, la confusión trajo desprecio y el desprecio mutó en dolor, dolor que nubló las ventanas en encendidas palabras y despreciables acciones. Al final, el tiempo como siempre, borró los ¿cómo?, y los ¿por qué? Pero las marcas, en los rostros de quienes vivieron aquellos aciagos días, quedaron.
Desde entonces, son las reglas quienes relatan la necesidad de cierto orden. Escritas por fraternales poetas en letras de molde azul, sobre las escasas paredes de cada vagón, dicen:
- Se respetuoso del personal y de tus compañeros de trayecto. El viaje no tiene diferentes clases. Todos somos turistas. Todos asistimos al mismo espectáculo, aunque probablemente, todos veamos cosas diferentes.
- Respira profundo. Si descubres la belleza del paisaje es que ya existe dentro tuyo.
- Nuestro personal a bordo, está altamente capacitado para responder casi cualquier pregunta. Si has elegido viajar con nosotros, y ya estás sentado en tu asiento, PREGUNTA. Las preguntas siempre son bienvenidas. Si no viajas con nosotros o no preguntas, poco es lo que podemos hacer por ti.
- Se prudente y escucha las indicaciones del Guarda.
- No saques las manos ni la cabeza por la ventana. Si lo haces puedes pasar a buscarlas más tarde por nuestras oficinas en la estación.
- Todos tienen derecho a una ventana exclusiva, pero quien se levanta antes de llegar no puede volver a sentarse en el mismo asiento, no al menos durante esta vuelta. Busca una butaca disponible en los vagones de atrás.
- Aquello que no veas no significa que no está. Simplemente no lo has visto.
- Vuelve a viajar con nosotros, cada trayecto es una nueva oportunidad.
Otro espectáculo comienza cuando el tren llega de su recorrido, ¡cuánta algarabía entre quienes llegan y quienes esperan! En el bar de la estación suelen reunirse algunos parroquianos y trabajadores ferroviarios para hacer pequeñas apuestas sobre los futuros inmediatos de aquellos que recién regresan. Sus sonrisas, su ansiedad, su actitud corporal, su peinado o su despeinado. Es que para muchos, una vez es suficiente, quizás demasiado. Pero para unos pocos, muy pocos, aquellos que creen en sus sueños, una vuelta no alcanza y corren por una nueva experiencia, otro boleto al abismo imaginario de la comarca imposible.
Los imaginarios sensibles que se quedaron con paisajes que mirar, montañas que medir, ríos y arroyos que comparar, se empujan felices hasta la boletería tropezando con cuanto vendedor ambulante se interpone. Estos incómodos mercaderes de pasillo no dejan de repetir sus mantras de dudosa estirpe, al grito de:
-¡Para la cartera de la dama o el bolsillo del caballero, les traigo en esta oportunidad única: …papel higiénico “RaspaVerde”!,
-¡A las latitas baratas de auténtico Atún Boliviano!,
-¡Tenga ya su certificado de “especialista en especialidades”!,
-¡Diario “Noticias Falsas, Noticias Falsas”, nunca tendrá más razón que con ellas!.
Mientras tanto, entre nubes de vapor, el tiempo transcurre lento para los soñadores y los viajeros cargados de esperanzas de la Estación de Imaginaria donde, mezclados en un frenesí de ofertas, religiones de bolsillo, sobrecitos de verdades sin impuestos o crujientes ranas de Irak cubiertas en chocolate, esperan entre desvencijados colores que ni de cerca predicen las bellezas por venir de la próxima expedición a horario.
Créditos
Nuestra amiga Sanae, gran artista plástica, se presenta ante los lectores:
“Hola, soy Sanae Schultze-Nadoyama, de Okinawa, Japón. Actualmente estoy viviendo en Alemania. No he tenido formación especial en pintura, soy totalmente autodidacta. Cuando era niña, mi madre solía llevarnos a los museos de arte locales con frecuencia. Mis hermanos menores, que no estaban interesados en las artes, estaban muy aburridos, pero el museo era un lugar especial para mí. Mi madre no era una experta en arte, pero siempre miraba las pinturas con ojos grandes y serios. Cuando era niña, también observaba las pinturas mientras ella lo hacía. Creo que pintar siempre ha sido mi actividad favorita desde que tenía solo 3 años y aún lo es.
Como sabrán aquellos que tienen experiencia con el arte de la tinta de alcohol, esta técnica está diseñada para disfrutar del secado de las tintas. Sin embargo, uno no puede producir buen arte si deja que la tinta fluya naturalmente. Debes controlar las tintas hasta cierto punto. Se necesita habilidad para ajustar y mezclar el etanol con las tintas de alcohol volátil. Cuando probé esta técnica por primera vez, pensé que era como nuestra vida. No puedes dejar que la naturaleza siga su curso y tampoco puedes controlarla demasiado. A veces funciona milagrosamente o sin remedio. De vez en cuando aparecen patrones inesperados, se extienden colores inesperados. No importa cuánto mejore o incluso si estuviera usando los mismos colores, nunca podrá crear exactamente la misma obra de arte. Esta vez, la historia de Pablo se trataba de un viaje. Como la vida se puede comparar con un viaje, pensé que el “arte con tinta de alcohol” era una buena manera de expresar esto, así que decidí usarlo para este proyecto. Muchas gracias por esta oportunidad, espero que disfruten del arte. “