Hajime y Yame son las partes vitales de un Kata. El Yin y el Yang. La vida y la muerte. El Principio y el Fin. Ambos son momentos de reflexión previa.
Planificar el espacio, la cadencia, la fuerza que invertiremos en la ejecución. Revisar todo lo hecho, buscar errores con sentido crítico, readecuarnos y esperar con ansias nuestra próxima oportunidad para repetirlo.
Muchas veces experimentamos placer al terminar, conformes con lo realizado, no sólo por los aspectos mecánicos de la ejecución técnica, sino también la comunión lograda entre cuerpo, espíritu y movimiento. Otras tantas veces sentiremos disconformidad, esa sensación de haber errado en aquello que creíamos entender, el patrón, el “kiai”, la fuerza.
A veces, y quizás lo peor que nos puede pasar es, simplemente, no sentir nada.
Lo que ocurre en la Vida también ocurre en el Dojo. Para nosotros, un Año, es como un Kata. El 31 de diciembre es el Yame, un momento de revisión y reflexión sobre lo hecho y lo que faltó por hacer, aquello que debe servirnos para buscar errores, descuidos, sueños no cumplidos, para recapacitar sobre todo aquello y seguir trabajando para mejorar lo mejorable, ajustar la dirección en pos de nuestras metas y, si fuera necesario, quizás algo más radical, plantearnos nuevos objetivos. Cambios.
Para el 1° de enero, la vorágine de movimientos, desvíos y ataques de lo cotidiano, solo nos permitirá hacer pequeñas, sutiles correcciones.
Una vez escuchado el Hajime ya no habrá lugar para dudas. A veces el Kata sale bien. A veces no.
Espero de todo corazón que este inusualmente duro año que hemos vivido, nos sirva de aprendizajes y crecimiento. En este sentido, estoy seguro que no fue un año perdido. Ni siquiera un año para olvidar pues, uno aprende más de los errores y de las circunstancias desfavorables que del efímero éxito.
Por eso, mi mayor deseo para este Año/Kata es que logren ponerse metas cortas que ayuden a la realización de sus objetivos. Algunas de esas metas las lograrán, otras no, pero ineluctablemente, habrán terminado un nuevo Kata de 365 días y en el transcurrir aprenderán tanto, como sean capaces de ver con ojos críticos.
Los espero en el Dojo entrenando Kata, del mismo modo que viviendo plenamente la vida, sudando por sus sueños, pletóricos de energía, llorando y riendo. Pues nada se siente mejor que la mirada honesta de un amigo que llama nuestra atención sólo para acompañarnos en el esfuerzo que implica aquello que tanto cuesta aprender.
Cómo ese Kata/Año que debemos encarar con la ayuda y el férreo compromiso de nosotros mismos con nosotros mismos.
Yamē!…Hajimē!.
(Inspirado en un brillante y original saludo de fin de año que me envió Mario Lugones sensei de la OGKK)
Pablo Scurzi
Excelente artículo. Es necesario estudiar la parte teórica para comprender y entender, lo que se práctica.
Excelente relación Kata-línea de tiempo, Maestro.
Mis mejores deseos para usted, su familia y la gran escuela que logró 🙏