por Enrique Alvarado Dávila
Nacer en condiciones normales es una circunstancia que debe ser contemplada como algo realmente grandioso; el tener la suerte de poder disfrutar de los colores, sabores, movimientos, ritmos y sobre todo de la autonomía y la libertad así lo confirman a pesar de lo cuestionados que pueden ser esos dos últimos conceptos.
De igual manera, el sentirse valorado e incluido en cualquier grupo social favorece el desarrollo armónico de diferentes procesos psicológicos. Esto sucede, cuando cualquier persona se percibe productivo e inteligente, con capacidades físicas e intelectuales óptimas para enfrentarse a diferentes retos que le imponga la vida, con la satisfacción de superarlos o fracasar en el intento, pero con el lógico aprendizaje que resulta de este tipo de situación.
Este ensayo pretende mostrar cuales mecanismos de índole psicológica se relacionan con la discapacidad, para poder comprender las circunstancias subjetivas que favorecen o no las condiciones adaptativas de estas personas. De igual manera se quiere proponer varias alternativas conceptuales que permitan a todos los círculos de apoyo (familia, comunidad y estado) favorecer la inclusión de personas en condición de discapacidad propiciando su desarrollo integral.
De acuerdo a esto puede afirmarse que el propósito de este artículo se fundamenta en establecer las circunstancias que favorecen la superación de una condición limitante, por lo que las capacidades de afrontamiento, de superación del estrés y de la frustración se convierten en condiciones relevantes dentro del desarrollo integral de cualquier persona.
Se entiende entonces que los elementos cognitivos y emocionales relacionados con la discapacidad se convierten en aspectos que influyen de manera definitiva en la calidad de vida y el bienestar. Desde esta perspectiva puede afirmarse que la superación de una limitación involucra pensamientos y emociones, los cuales deben tener un sentido completo de la realidad, los cuales deben ser enfocados hacia una nueva posibilidad de vida, dándole sentido, coherencia y equilibrio a esta.
La calidad de vida se determina entonces por aspectos biológicos, psicológicos y sociales, lo cuales se conjugan, estableciendo así la posibilidad de generar bienestar en las personas; la alimentación, la actividad física y el descanso, entre otros elementos permiten que esta condición se manifieste.
La condición de discapacidad puede ser entonces determinada por la constante retroalimentación que hacen los aspectos físicos en las cogniciones, lo cual genera un estado emocional, que puede ser favorable o no dependiendo de la situación. Más exactamente, las cogniciones cambian drásticamente tomando un cariz limitante, lo cuales como su nombre lo indican obstaculizan cualquier acción inhibiéndolo conductualmente.
Desde este punto de vista la percepción que una persona tenga de sí mismo se convierte en algo determinante y crucial en su propia vida y en la forma de relacionarse con los demás. Esa circunstancia afecta radicalmente el autoconcepto y autoestima, influyendo de manera decidida en su personalidad, convirtiéndolo en alguien inseguro, prevenido y frustrado.
Por otro lado, debe tenerse en cuenta que las condiciones limitantes de la discapacidad influyen de manera significativa en los motivos de las personas, por ello en una primera instancia se pierde el sentido por la vida, por el gozo de las cosas simples y hermosas que puede darnos el mundo y las personas con las que nos relacionamos.
Bajo esta premisa puede entenderse que la superación psicológica de una condición de discapacidad puede disponer de mucho tiempo, convirtiéndose en un proceso delicado y complejo, adicionalmente se involucran variables de orden contextual que favorecen la adaptación de un individuo a las circunstancias de cualquier ambiente.
Estas variables estarían determinadas por la retroalimentación que recibe una persona discapacitada del entorno en el cual se desenvuelve, dada en las respuestas que recibe de las personas con las que comparte en un momento determinado y por la forma como se desenvuelve en ese espacio solucionando de manera racional los diferentes retos que este le imponga.
De acuerdo a esto se vuelve necesario entender que condiciones de índole psicológica se afectan, y como a partir de ese conocimiento se pueden proponer alternativas y estrategias que favorezcan la inclusión y el desarrollo de estas personas.
La condición humana, caracterizada por su fragilidad y limitación no permite tener control alguno sobre diferentes circunstancias o eventos que lo afecten; que lo cambien de manera drástica, alterando sus formas y estilos de vida, por lo que su propia capacidad de equilibrio se ve perjudicada. Su energía puede menguarse y su calidad de vida por ende se pierde, como condición inevitable de la imposibilidad adaptativa a esa nueva circunstancia de vida.
En este hipotético momento, el supuesto personaje al perder de un momento a otro las formas y condiciones que dan sentido a su vida, debe lograr adaptarse a esa nueva situación poniendo a prueba su nivel de tolerancia a la frustración y al fracaso.
El primer elemento psicológico que puede afectarse es el autoconcepto, el cual puede ser entendido como el resultado de diferentes condiciones que retroalimentan a una persona en cuanto a la valoración, aceptación e integración de ejecuciones realizadas en momentos y condiciones determinadas.
El autoconcepto se establece entonces por la percepción que se tiene sobre sí, o la creencia que tiene cada quien de sí mismo, la cual es mantenida por los diferentes resultados derivados de diversas experiencias. De esta manera dichas apreciaciones permiten reforzar la idea original que alguien tenga de sus propios esfuerzos o la imagen que representa ante los demás.
De esta manera el autoconcepto se vuelve un elemento trascendental ya que permite ubicar a una persona en un momento y sitio determinado, propiciando en el la posibilidad de alcanzar diferentes objetivos o lograr el cumplimiento de diversas metas que hayan sido propuestas. En este orden de ideas el autoconcepto adquiere gran relevancia ya que los efectos de la creencia de la autoeficacia en los procesos cognitivos toman una gran variedad de formas.
La mayoría de la conducta humana, la cual es propositiva, es regulada por formas de pensamiento plano, envueltas por objetos conocidos. La creencia de las personas en su propia eficacia influencian los tipos de escenarios anticipatorios los cuales proveen guías positivas y soporte para la ejecución. Los que dudan sobre su forma de hacer las cosas visualizan escenarios de fracaso y moran en muchas cosas que ellos pueden hacer de manera equivocada. (Bandura.1993)
Las representaciones sobre si mismos pueden entenderse mejor al conocer las características de autoestima y las implicaciones que este concepto tiene en el desarrollo integral de una persona.
De acuerdo con las características del mundo actual, el quererse así mismo es un aspecto fundamental que garantiza la supervivencia del ser humano; aunque es probable que el autorrespeto, autoamor, autoconfianza y autocomunicacion sean condiciones censuradas e incluso castigadas. En estos entornos sociales actuales, algunas veces se debe tener cuidado al querer sobresalir o al sentir seguridad sobre sus ejecuciones o su propia imagen.
Sin embargo debe tenerse en cuenta que pueden ser considerados inapropiados los anteriores conceptos cuando su posición se muestre de forma exagerada, logrando que algunos comportamientos sean vistos como manías, o también cuando estos aspectos no se han formado correctamente mostrando a la persona como insegura o débil.
Por ello es necesario resaltar las condiciones de aprendizaje que resultan de la autoimagen, lo cual permite suponer que al construir una representación interna del mundo con el que se interactúa, también se construyen teorías y conceptos sobre sí mismo, permitiendo establecer una relación entre el entorno y el sujeto.
Los fracasos y los éxitos, los miedos e inseguridades, las sensaciones físicas, los placeres y disgustos, la manera de entender los problemas e incluso lo que se cree que es, confluye y se organiza en una sola idea sobre el individuo, formando una imagen única de él.
Al pensarse que se es torpe, feo, interesante, inteligente o malo, son calificativos que se dan como resultado de la historia previa, donde se gesta una teoría sobre sí mismo. (Riso, 1996)
De acuerdo a esto se afirma que lo que se piensa y se siente sobre sí mismo es aprendido y almacenado en conceptos llamados autoesquemas, positivos (relacionados con el amor y estima) y negativos (relacionados con el odio y el disgusto.
En los autoesquemas se determinan cuatro aspectos que se fusionan en un todo indisoluble que conforman el núcleo central de la autovaloración. El autoconcepto o la idea que tiene un sujeto de sí mismo, la autoimagen o la percepción física que se tiene de sí, autoeficacia o la forma en que se percibe que se hacen las cosas y la autoestima o el amor y estima que cada uno tiene sobre sí mismo. (Riso.1996)
Puede establecerse que existe una correlación significativa entre autoestima (valoración positiva o negativa del autoconcepto) y el locus de control, por lo que se puede deducir que en la medida en que se desarrolle la autoestima de las personas, también se mejora su atribución causal, por ello, individuos con baja autoestima atribuyen sus éxitos a factores externos e incontrolables (azar) y sus fracasos a factores internos (baja capacidad), mientras que los sujetos con alta autoestima atribuyen sus éxitos a factores internos y estables (capacidad) o a factores internos, inestables y controlables (esfuerzo) y sus fracasos a factores internos y controlables (falta de esfuerzo). (García & Domenech. 2002)
Bajo esta perspectiva se entiende que la expectativa influye de manera decidida en el autoconcepto de una persona, al tener en cuenta que este elemento hace referencia a la percepción que tiene un sujeto de sí mismo, el preguntarse si se es capaz de hacer una tarea específica, pone de manifiesto la percepción de sus propias capacidades y recursos, lo cual va a ser el punto de partida para una ejecución óptima, productiva e incluso placentera, la cual va a reforzarse cuando alguien encuentra coherencia entre sus potencialidades y los retos o dificultades en un entorno y circunstancia determinado.
En este momento, las condiciones cognitivas se alteran viéndose afectadas de manera negativa por condiciones emocionales adversas; los pensamientos se caracterizan por ser limitantes ya que la seguridad o certeza en sí mismo es mínima, inhibiendo cualquier intento de realización de una conducta y por ser anticipatorios a la acción a realizar.
Adicionalmente esta persona puede caer en un profundo estado de depresión, el cual se da como resultado de la perdida experimentada. En otras palabras, el estado depresivo se presenta como consecuencia de la perdida que se está viviendo, la dificultad para adaptarse a esa nueva circunstancia y por el autoconcepto lastimado y disminuido.
La depresión se determina por la carencia de un motivo que de sustento a la vida misma, circunstancia que puede presentarse de manera obvia cuando alguien que ha sido autónomo, tiene que cambiar sus costumbres y estilo de vida de un momento a otro. Los estados depresivos en estas personas pueden caracterizarse además por falta de activación física, llanto frecuente, pérdida de interés por cosas que anteriormente eran llamativas e incluso por ideaciones suicidas.
En este orden de ideas, la falta de motivación puedes ser una de las características psicológicas más relevantes y llamativas en esta parte del proceso. Entendiendo que hay un déficit o carencia de interés por la vida, es necesario conocer que elementos lo caracterizan.
La negación como mecanismo de defensa que protege al yo de la realidad, es un proceso lógico e incluso doloroso, que lleva a que la persona no acepte las condiciones que está atravesando. El enfrentarse con esa realidad cruda y brutal es una circunstancia difícil para cualquiera, que pone en juego diferentes condiciones cognitivas que facilitan o no su proceso adaptativo.
De esta manera, la percepción de discapacidad puede representar diferentes emociones que afectan a la persona de manera íntima y contundente; al sentir que se perdieron miles de oportunidades, la condición de minusvalía es preponderante y atenta contra el autoconcepto afectando incluso su personalidad.
Es justo en este momento que aflora la rabia y la frustración, cuando esta persona es la única que asume una posición llena de lastima y menosprecio hacia sí mismo, sin entender que debe ser agradecido porque continua respirando y con miles de oportunidades que dan esta nueva condición.
De acuerdo a esto es recomendable proponer la realización de un proyecto de vida que sea coherente con la situación que se está viviendo; es necesario replantear, con el convencimiento pleno de seguir viviendo de manera plena. De esta forma y con la ayuda de esa interiorización se hace posible aceptar la realidad y convertir la debilidad en una fortaleza real.
El proyecto de vida contempla diversas posibilidades; desde el conocimiento de sí mismo, plasmado en responder “quien soy yo”, hasta la imposición de metas que llevan implícitas el reconocimiento de sus propias fortalezas y debilidades. En este proceso, la persona en estado de discapacidad (después de aceptar su condición), debe encontrar un nuevo motivo que de sentido a su existencia.
¿Pero cómo poder encontrar un nuevo motivo para vivir?; este interrogante se resuelve si se consideran algunos elementos teóricos con respecto a la motivación.
Según Cohen (1983) “se define la motivación como un estado excitante que se deriva de una necesidad interna, impulsando a un organismo a la actividad” (p.9) y continua diciendo “son motivos primarios el hambre, la sed y la evitación del dolor, los personales secundarios, motivación mediante el miedo o esperanza aprendida y la motivación para disipar la disonancia cognitiva. (Cohen, 1983, p.9)
De igual manera la motivación también puede ser descrita como la fuerza resultante de la acción de componentes emocionales que determinan la medida en que un organismo está preparado para actuar física y mentalmente centrada en un propósito determinado y puede derivarse de factores externos como premios o castigos que dan lugar a la motivación de carácter extrínseco y los de origen interno que reflejan los deseos de satisfacer necesidades y aspiraciones internas que dan lugar a la motivación intrínseca. (Caicedo.2012).
Por otro lado, puede entenderse a la motivación como un conjunto de estados y procesos internos de la persona que despiertan, dirigen y sostienen una actividad determinada. (Montico.2004).
De esta manera se entiende que lo factores intrínsecos adquieren gran relevancia dentro del proceso de recuperación de una persona en estado de discapacidad. Dichos factores dirigen la conducta hacia la superación personal o autorrealización, por ello, la concientización de la realidad que se vive, genera la posibilidad de superar condiciones adversas como condición incondicional del sentido de lucha.
En este orden de ideas puede establecerse que las personas motivadas activan y dirigen su interés a objetivos concretos, tratando de lograr la consecución de metas determinadas a través de acciones caracterizadas por el esfuerzo y la persistencia.
De acuerdo a esto la motivación puede ser entendida como la condición que favorece la consecución de un objetivo en un plazo determinado a partir de circunstancias internas en el sujeto.
Al referenciar la conocida frase “querer es poder”, Barca et al (1996) establecen que para aprender es imprescindible saber cómo hacerlo; poder hacerlo precisa disponer de capacidades y estrategias, y para querer hacerlo se debe tener disposición, intención y motivación suficientes que permitan alcanzar metas propuestas. Esto indica la relevancia que tiene el aspecto motivacional como condición necesaria y vigorizante para la consecución de cualquier objetivo o meta.
De acuerdo a esto se considera que una persona motivada enfoca su interés en una condición o situación que puede generar múltiples opciones de aprendizaje, representado en un beneficio de orden extrínseco o intrínseco.
De manera involuntaria el complejo de inferioridad puede ser común cuando alguien que esté viviendo esta situación se compare con personas normales, sin darse cuenta de la enorme oportunidad de aprendizaje que se está presentando para él. El aprendizaje determinado por cambios comportamentales ocasionados por la experiencia puede ser el factor que explique esa posibilidad de crecimiento y desarrollo que debe darse de forma integral.
La familia se convierte en el primer círculo de apoyo y respaldo para personas en estado de discapacidad, brindando el acompañamiento y cariño necesario para que una persona en estado de discapacidad no se sienta solo y abandonado. De igual manera se debe afirmar que este tipo de vínculo y acercamiento puede lograr cambiar ciertos aspectos en la vida de los demás.
Esto se logra, si los demás se ponen en el lugar de un discapacitado, entendiendo lo que significa tener limitaciones en un medio social excluyente que impone barreras físicas e imaginarias y que solo propicia posibilidades de éxito a personas con características normales.
Adicionalmente se considera que la familia juega un papel importante si ellos logran despertar el interés y estimular el deseo de superación dirigiendo esos intereses y esfuerzos hacia objetivos constructivos y reales. En este sentido, se debe propiciar en estas personas para que establezcan metas reales y alcanzables, en donde el paso a paso cotidiano permita percibir que dichos fines se cumplan.
En algunos casos, el aprendizaje se convierte en una condición necesaria al favorecer la adaptación del sujeto a una circunstancia o varias de un entorno especifico, superando los retos que este le imponga. Bajo esta premisa, las condiciones de inteligencia se resaltan cobrando gran valor al propiciar ese estado de equilibrio que permite que una persona con estas características sobreviva.
Referencias Bibliográficas
Bandura, A. (1993). Perceived Self-Efficacy in Cognitive Development and Functioning. Educational Psychologist. 28 (2).117-148. Lawrence Erlbaum Associates, Inc. New Jersey
Barca, A. González, R. Núñez, J & Valle, A. (1996). Dimensiones cognitivo emocionales y aprendizaje autorregulado. Revista de psicología de la PUPC, XIV,5-35
Caicedo, H. (2012). Neuroaprendizaje. Una propuesta Educativa. Ediciones de la U. Bogotá.
Cohen, J. (1983). Psicología de los motivos personales. Editorial Trillas México:
García, F & Domenech, F. (2002). Motivación, aprendizaje y rendimiento escolar, Docencia. Chile: Colegio de Profesores de Chile. 24-36
Montico, S. (2004). La motivación en el aula universitaria. Ciencia y Tecnología. Argentina.
Riso, W. (2003). Aprendiendo a quererse a sí mismo, Editorial Norma. Bogotá.
Autor
Enrique Alvarado Davila es licenciado en Psicología y docente en la Facultad de Psicilogía de Bogotá, practicante de KarateDo Goju Ryu con grado de 4° Dan. Este articulo salió originalmente publicado en la Revista Voto Incluyente # 3 del Departamento de Psicología de la Universidad Nacional de Colombia en el año 2015