Entrevista a HANSHI Gima Tetsuo

Por Pablo Scurzi

Catania es una ciudad hermosa, antigua y hermosa. Sus edificios se levantan sobre cimientos de piedra volcánica, argamasa y ladrillos apilados caprichosamente sin el más mínimo respeto por algún tipo de nivel, en un curioso y pacífico desafío a la gravedad, que parece no tener efecto alguno sobre esas antiquísimas paredes que, una vez revocadas, esconden el milagro del preciado equilibrio perfecto. Por fuera fachadas de la arquitectura típica de 1700, por dentro el confort de la Europa del Sur.

Piazza del Duomo

Las veredas son angostas cuando las hay, y el intrincado tramado urbano hace que intentar manejar del punto A al punto B, hasta para los locales, implique el uso de GPS o la locura.

Pequeño callejon en Catania

El Gasshuku organizado por Francesco Sensei, 8° Dan de Jundokan, había sido un éxito pese a los particulares sucesos climáticos que atravesaba toda la isla: sequía, muy altas temperaturas, incendios. Nada de esto evitó que nos sintiéramos abrazados por la cordialidad siciliana y no me refiero solo al excelente trabajo de los alumnos de Francesco Sensei que en todo momento atendieron nuestros requerimientos, sino al pueblo de Catania, en los bares, los restaurantes, los negocios de ropa, la calle, quienes ante cualquier consulta que hiciéramos y si no comprendían nuestro mal inglés y peor italiano, buscaban a alguien que pudiera comunicarse con nosotros para ayudarnos a llegar dónde sea que fuéramos.

Eropean Gasshuku 2023 en el PalaArcidiacono

Parábamos en un pequeño hotel, una típica villa italiana muy bien acondicionada para recibir huéspedes, situaba al margen del parque Gioeni, un mirador al Norte de la Via Etna, sobre un monte de terreno volcánico, con vegetación nativa y restos de un acueducto romano, a unos 150 metros sobre el nivel del mar, desde donde se podía ver toda la citadella hasta sus costas en el azul Mediterráneo.

CasaVostra al parco en el parque Gioeni

Desde allí salimos hasta el hotel donde descansaba Gima Sensei, unas pocas cuadras al norte, dispuestos a conversar con él después de un fantástico e intenso seminario de tres días.

Hotel Villa del Bosco

Sensei nos esperaba en el lobby y el conserje muy amablemente nos acompañó hasta una preciosa habitación con mesas y sillones donde nos sentamos a conversar.  A los pocos minutos se nos unió Aono san, quien fue de invalorable ayuda como traductor, mi japonés no estaba a la altura de los requerimientos y Gima Sensei no habla inglés.

– Sensei: ¿Usted nació en Okinawa?

GT: -Si, en Naha.

– ¿Cuándo?

GT: -Uh…, no recuerdo… –risas– Tengo que mirar el pasaporte… 14 de agosto de 1954

– ¿Qué recuerdos tiene de su niñez?

GT: -Éramos alrededor de 13 niños quienes vivíamos en ese barrio. Trepábamos a los árboles y cortábamos ramas para hacer deslizadores, no teníamos bicicletas. Solíamos jugar todo el día.

-¿Vivía cerca del actual So Honbu?

GT: -Si, muy cerca. Era una típica casa okinawense de madera.

-¿A qué edad  comenzó Karate?

GT: -En 1971… –duda– Si, 1971, tenía 17 años y me acerqué al Jundokan. Aún estaba el viejo edificio. La primera vez que visité el Jundokan para ver qué era lo que pasaba dentro, el edificio era de madera. En esos días comenzaba la mudanza al nuevo edificio de al lado, el actual, Yo siempre entrene en el Dojo nuevo, bajo la casa de Miyazato Sensei.

– ¿Miyazato Sensei daba las clases?

GT: -Si, si, pero mucho antes de que yo empezara mi entrenamiento, Sensei me puso a limpiar las herramientas del Honbu para después trasladarlas al nuevo edificio. Muchas estaban oxidadas y llenas de polvo y eran muy pesadas para mí. (Risas).

– ¿Cómo se entrenaban en aquellos días de su adolescencia?

GT: -Muy estricto. Muy duro… –sonrisas–  500 choku tsuki por día, 500 keri, Sandan Uke, Kote Kitae, tanto que cuando quería ir a enjuagarme, mis brazos estaban tan inflamados que no podía alcanzar mi cara. Mucho dolor… –risas

– ¿Y qué decían sus padres sobre su interés por el Karate?

GT: Mi madre me retaba y decía: ¡YAME!, basta, detente!. Mi padre conocía a Miyazato Sensei y sabía que era un buen hombre y un gran maestro, así que me decía: “Continúa, continúa”… Él también había practicado Karate cuando joven… Shorin Ryu.

– ¿Quién fueron sus Senpai en aquellos días?

GT: -Shinko Gima, Sakima, Chinen Shinzo, Uehara…

-¿Ko Uehara?

GT: -Sí, Ko Uehara.

-¿Tuvo la oportunidad de hablar con Miyazato sobre dónde y cómo conoció a Miyagi Chojun?

GT: -Cuando tenía 22 años viajé con Miyazato Sensei a Taiwan. En Taiwan había un dojo de Goju Ryu. Miyazato viajó a fortalecer esa relación. Yo le llevaba las valijas a Sensei… –risas-. Recuerdo que entonces él me contó sobre su padre. El padre de Miyazato era un fabricante de “tatamis”. Esos pisos eran muy caros y solo los podían comprar las familias mejor acomodadas. La familia Miyazato y la familia Miyagi eran vecinos de Kume y pertenecían a la clase alta. El padre de Miyazato fue quien presentó a Miyagi Chojun con Kanryo Higaonna. Cuando Miyazato Ei’Ichi tuvo edad suficiente, comenzó a entrenar con Miyagi Chojun, a la vuelta de la casa de sus padres. Más tarde, después de la guerra, Miyagi lo elige para ayudarlo en el entrenamiento de los cadetes de la academia de Policías de Okinawa.

-¿Miyazato viajaba a menudo?

GT: -Recuerdo que viajó tres veces a Taiwan. Un alumno suyo daba clases allí. También viajó a Norteamérica un par de veces.

– ¿Qué lo llevó a usted a querer hacer Karate?

GT: -Comencé Karate para volverme más fuerte. En la escuela hacíamos beisbol y entre los chicos del equipo nos peleábamos para ver quien bateaba. Yo siempre perdía. (Risas). Por eso comencé a interesarme por aprender a pelear.

-Karate tiene tres elementos que lo sostienen como las patas de una mesa: Kihon, Kata y Kumite. ¿Cuál es su preferido?

GT: – Ahora Kata… después de los 40 años comencé a  darle importancia al Kata, pero cuando comencé a estudiar Karate, Kumite era mi preferido, yo sentía que eso me daba poder, fuerza.

-¡Cree que es posible que algún día tengamos un Gasshuku por continente, cinco continentes, cinco años, un año en cada continente?

GT: -Con Kinjo Sensei creemos que es posible, un Gasshuku en Europa, uno en Norteamérica, otro en Oceanía, otro en Sudamérica… ahora tenemos que analizar si es tiempo para uno en África.

-¿Cómo evalúa el progreso de los estudiantes, habida cuenta de lo infinitamente variado que son los posibles objetivos de cada uno?

GT: -Los estudiantes provienen de diferentes lugares donde el entrenamiento es diferente, las costumbres son diferentes, la cultura…, pero nosotros podemos ver una misma pasión por aprender.

-¿Qué opina del Karate Olímpico?

GT: -Karate y deporte olímpico son cosas diferentes. El “DENTO KARATE” y el karate olímpico son muy diferentes.

-Sensei, ¿Cómo se imaginas KARATE en 100 años? ¿Podemos mantener las tradiciones y al mismo tiempo ser creativos?

GT: -No he pensado mucho en eso… –sonríe– en esencia seguirá siendo parecido. Las tradiciones irán cambiando lentamente, pero siempre habrá lugar para ser creativos.

-¿Qué consejo puede darnos a aquellos que deseamos mejorar y progresar en el conocimiento de este Arte?

GT: -Antes que nada uno debe comprenderse a sí mismo. Si es grande, alto, fuerte, bajo…, luego podrá elegir la técnica que mejor le quede y mejorarla en función de su propio cuerpo.

-Sensei, le prometí que no lo distraería más de treinta minutos y quiero cumplir con usted. Muchas gracias por esta agradable charla y quizás en Okinawa en 2024, tengamos oportunidad de seguir charlando.

Junto a Gima Tetsuo Hanshi

-Sí, sí, tengo más anécdotas con Miyazato Sensei, pero ahora es hora de cenar. ¿Cuándo vuelve a Argentina? – me preguntó.

-Mañana por la madrugada, Sensei. Ahora vuelvo al hotel a hacer las valijas.

-Lo veré en Okinawa el año que viene, entonces.

Hai Sensei! Go shinbo itadaki arigatogozaimashita! (Gracias por su paciencia) –intenté modular en japonés.

Nos saludamos cordialmente.

Sensei Gima se había sentido a gusto, su sonrisa franca y su mano extendida me tranquilizaban. No es un hombre que hable mucho y sin embargo se mostró distendido y cómplice cuando recordaba a sus padres, a su Sensei y a sus referentes, aquellos que lo formaron. El trabajo estaba hecho.

Era hora de caminar por última vez las angostas veredas de aquella colina siciliana hasta nuestro hotel para descansar la última noche.

Vista de Catania regresando de la entrevista

Viajar es como leer un buen libro pero en primera persona, y ahora, solo quedaba el regreso, un epílogo que no sería fácil, no lo fue de hecho, pero… después de todo: quién puede quitarte lo “leído”?

Agradecimientos

Esta entrevista no hubiera sido posible sin la invalorable ayuda de Aono Hirokazu sensei quien ofició, no solo de traductor sino también de promotor de esta conversación.

Junto a Aono sensei