Entrenamiento en Solitario

Kata como método principal de entrenamiento individual y
sus implicancias en Kihon y Kumite

Ensayo por Sebastián Lange

I- INTRODUCCIÓN
Este Ensayo tiene por objeto dar una apreciación personal respecto de métodos y resultados en el entrenamiento de las distintas “partes” del Karate. Es intención de este autor, en principio, que el presente sea de gentil lectura para tanto colegas y maestros como para interesados que no necesariamente practiquen este Arte Marcial… aún.

En un primer acercamiento describiré mi forma de entrenamiento a lo largo de los últimos cuatro años y de los resultados parciales obtenidos, con el fin de analizar los efectos sobre la evolución personal como practicante de artes marciales. Entendiendo desde un primer momento que cada persona es diferente y que el entrenamiento podría ser más o menos intensivo, intentaré llegar a ciertas conclusiones o al menos a preguntas interesantes desarrollando, desde el marco de mi situación como individuo, la incidencia en mis habilidades personales de distintas estrategias de aprendizaje. Siempre, todo lo que lea a partir de este momento, tanto respecto a la parte física o técnica, deberá ser supervisado por su maestro o referente técnico. En mi caso, mi instructor y referente, es el Pablo Eduardo Scurzi Sensei, 6°dan de Jundokan So Honbu, quien me guía en mi camino y corrige mis errores.

El presente ensayo fue supervisado y corregido por Joaquín de Girolamo Sensei, 4°dan de Jundokan So Honbu, quién también resulta para mi un pilar fundamental en el sostenimiento y práctica de lo que aquí se desarrolla.

Dicho lo pertinente respecto de la elección del formato de expresión en el tipo “Ensayo” y formuladas las explicaciones de base, empecemos.

Comencé mi práctica de Karate Do en el estilo de Goju Ryu de la escuela Jundokan a comienzos del año 2015 y mantuve mi entrenamiento de forma sostenida, semanal hasta el día de hoy (2022). Hasta mediados de 2018 lo hice de forma presencial y a partir de entonces y hasta hoy practico en solitario gran parte del año, asistiendo a clases dictadas a través de plataformas digitales una vez por semana y trimestralmente algunas clases presenciales en el Dojo. Participo también dos veces al año de los seminarios (Dentoteki Gasshuku) dictados en la escuela, las graduaciones y las clases especiales.

Desde finales de 2020 asisto también a las clases para marrones y Danes, en la mayoría de las veces de forma remota.

Dada esta situación de entrenamiento en solitario, mi rutina habitual suele ser una
entrada en calor, partiendo de la puesta en movimiento articular en el sentido caudal cefálico o viceversa, trabajos de acondicionamiento físico como series de abdominales o flexiones de brazos, trabajos con carga, Hojo Undo, es decir, trabajos de fuerza o potencia con herramientas tradicionales como el chi-ishi, hara-bo, nigiri-game, etc, luego Kihon (técnicas básicas) y Kata (coreografía de combate individual), dando un repaso en cada sesión por todos los que conozco y he aprendido hasta el día de hoy, a saber: Sanchin, Gekisai Dai Ichi, Gekisai Dai Ni, Saifa, Seyiunchin, Sisochin, Sanseru, Sepai y Tensho, para luego, al final, dedicar algunos minutos más a perfeccionar alguno específico que haya escogido.

Debo confesar que ha resultado de gran ayuda contar con las graduaciones y sus módulos individualizados en un documento, lo cual ha servido de guía, y muchas veces, ordenado la sesión o clase.

Este marco me ha permitido “mantener” cierta gracia técnica en un principio para alivianar mi reconexión con el Dojo cada vez que, cada algunos meses, viajaba a entrenar. Luego, con el transcurso de las graduaciones y el paso del tiempo, empezó a transformarse en un hábito de entrenamiento para conservar y preservar mi salud y también mejorar mi técnica.

La situación pandémica que asoló al planeta desde el 2020 impidió las visitas presenciales por un año completo, por lo tanto, se tornó necesaria la transformación de la práctica hogareña que originariamente era para “preservar” técnicas o mantener el vínculo con el arte marcial, en una práctica que implique evolución y crecimiento, al menos de alguna manera, en el camino del Karate. La situación crítica de la distancia prolongada y la desesperación por encontrar la forma de seguir este Camino, hicieron necesario el planteo de una estrategia de entrenamiento que permita cierto continuo crecimiento y aprendizaje, y no solo la acción de algunos movimientos vacíos y esporádicos, repitiendo sesiones de entrenamiento sin planificación alguna.

En este marco, y mientras la escuela se aggiornaba a la situación, fue que con algunos colegas del Dojo comenzamos a organizar clases remotas, en un principio para mantenernos en movimiento, aunque lo que buscábamos mantener vivo en nosotros, era sin duda el fuego de la práctica, que aterraba ver como mermaba. Pronto comenzaron las clases a distancia de nuestro Sensei, pero la semilla ya estaba plantada.

Ahora bien, profundizando la cuestión que nos convoca, cuando estamos en solitario, de
los elementos al alcance para entrenar, entendiendo el karate como –y supuestamente en ordenkihon, kata y kumite-, podemos echar mano a los primeros dos. Y si bien kata podría conceptualice como “un reservorio de técnicas, posturas y transiciones ordenadas” no es sólo eso. Del tercer elemento, habrá algunas aproximaciones que desarrollaré en el apartado específico.

II- KIHON
El entrenamiento de Kihon se realiza en cada sesión de entrenamiento y luego de la
entrada en calor. En particular tomo, a veces azarosamente, cualquier programa de graduación y trabajo ese capítulo de manera integral.

Si bien puede parecer algo más estático y carente de movilidad, con creatividad se puede llevar las técnicas a distintos movimientos y transiciones, generando patrones o combinaciones para darles dinamismo. Luego también se pueden agregar desplazamientos y así combinar las técnicas de mano o pierna con los distintos dachi (posturas).

Otra forma de complejizar el entrenamiento y hacer trabajos de musculación sin despegarnos del arte marcial, puede entrenarse con cargas imitando el gesto técnico. Es
recomendable si se trabaja con cargas, realizar transferencia. Es decir, potenciar neuromuscularmente el gesto técnico a través de afinar las unidades motoras que participan en cada movimiento, lo que nos dará más precisión y potencia, en definitiva, mejorará nuestra técnica.

Hasta aquí, sin aún llegar a la práctica del Kata, y aplicando las dinámicas mencionadas,
el trabajo de Kihon se vuelve interesante y por sobre todo, genera resultados técnicos.

Muchas veces, como el karate “se siente más real” haciendo los Kata conocidos, salteo el entrenamiento de Kihon y directamente voy a las formas, desglosándolas o practicando los Kata Bunkai, que consisten en llevar al plano del kumite o combate cada gesto realizado en la forma o Kata.

Otra forma de entrenamiento dinámico, además de los desplazamientos, es la de la
utilización de focos estáticos o semimóviles como el Makiwara de pared o piso o la bolsa colgante.

De esta forma podemos entrenar gran parte de los movimientos de karate golpeando
un foco. Primero perfeccionando la técnica y luego agregando potencia y precisión. Esto también contribuye a la pérdida de sensibilidad y fortalecimiento de extremidades.

Es muy importante que antes de practicar los gestos técnicos con potencia o utilizar cargas, asegurarse que los mismos se hayan aprendido correctamente. Para ello, si el practicante se encuentra explorando un kata nuevo o técnicas que no conoce, deberá corroborar la forma en que las realiza cuando visite su Dojo, para luego seguir agregando más elementos.

Uno de los problemas del entrenamiento en solitario es el de la práctica de ejercicios que suelen realizarse en pareja o tandem. Ejercicios como kakie en cualquiera de sus modalidades (atemi, garami, gaeshi, gatame, ne o nage waza) por ejemplo, sumado a los derribos del actual examen de graduación a 2°kyu, representan un desafío en la práctica en soledad. Estos ejercicios implican las fluctuaciones de fuerza aplicada por el compañero, y sin esta variable se requiere de creatividad para buscar soluciones de compromiso.

Al menos, hasta este momento particular de mi aprendizaje, el kumite ha sido lo más complejo de entrenar en ausencia de un compañero, sólo realizando algunas aproximaciones a partir de algunos elementos.

Ahora bien, dicho esto podría prescindirse en ciertas sesiones del kihon en esa forma si
se trabaja en intensidad la parte física (estiramiento o elongación, fuerza y potencia) y se practica Kata de manera regular. Todo ello siempre y cuando, como practicante responsable, se esté en permanente contacto con el instructor del Dojo principal, y se asistan a clases regularmente, como mínimo una vez por trimestre, a fin de corroborar los ejercicios realizados y corregir errores antes de que se conviertan en hábitos.

III- KUMITE

El combate constituye el verdadero embrollo del entrenamiento en soledad. En lo
personal, entiendo nuestro arte marcial, y supongo que todas las demás son similares en este aspecto, como algo creado para esto; para atacar o defenderse de otros individuos, siendo ese probablemente el fin último. Por lo tanto, las limitaciones de no poder poner en práctica esto último, puede generar frustraciones.

Primeramente, tenemos que diferenciar distintos tipos de kumite o entrenamientos de
combate. Por un lado, en una clasificación más bien amplia, practicamos el kihon kumite o
yakosoku kumite. Aquel combate pautado y predeterminado, con ciertas normas que los
contendientes conocen y que de menos a más va generando más libertades en la acción, hasta que eventualmente se transforma en jyu kumite, el cual no tiene limitaciones.

Otro tipo de combate, también reglado pero no en la acción sino en los límites y en la forma de medir el resultado, es el shiai kumite, de carácter exclusivamente deportivo. Aunque el Shiai no resulta llamativo para quien escribe el presente ensayo, es importante destacar sus cualidades como entrenamiento aeróbico/anaeróbico y de potencia/explosión.

No obstante, también podríamos practicarlo sin un contendiente, partiendo de la guardia característica y la precarga constante, a modo del ejercicio de sombra del boxeo, lo cual desde una óptica de movimiento resulta interesante al momento de planificar una clase sólo.

Profundizando en los tipos de combate también practicamos a lo largo de nuestro camino
marcial los renraku y rensoku kumite y los kata bunkai.

Renraku y Rensoku consisten en una concatenación de gestos técnicos y desplazamientos entre Uke y Tori. Uno caracterizado porque siempre avanza y el otro porque es más bien del tipo de “ida y vuelta”.

A veces estos ejercicios pueden realizarse no sólo con técnicas individuales como por ejemplo Sandan Gi, sino que también se utilizan Katas completos para realizarlos. Sería una especie de bunkai completo del Kata, dinámico y potente.

Una vez más, en virtud de la propuesta, requeriríamos de un compañero para estos trabajos, mi solución fue imitar a modo de sombra el comportamiento de cada parte, en solitario y luego aprendido el “dibujo” o estructura, practicarlos en el Dojo con un compañero.

Dejo en claro que esta solución puede no ser del todo eficiente para el kumite real pero, en base a mi experiencia, me atrevo a señalar algunas formas a partir de las cuales pueden realizarse ciertas aproximaciones.

Para el caso de los kihon yakosoku kumite puede ejercitarse ya como tori, ya como uke. Es decir, si nos colocamos en la posición de atacante, en el caso de un combate de técnica básica predeterminado, podemos utilizar un foco como una bolsa colgante o simplemente ejecutar las acciones sin nada delante. Nos prepararemos en kamae y lanzamos una ataque; luego repetiremos con más potencia.

Para trabajar la parte de uke partimos de una guardia en relax aparente y ejecutamos un bloqueo o desvío, y hacia atrás o lateralizando a 45°. Esto nos dará herramientas para improvisar acciones o defensas. Cabe destacar que, al no tener la incertidumbre del actuar del contendiente no será del todo efectivo.

Posiblemente sea de poca utilidad para recordar los ejercicios al momento de entrenar en el Dojo. Pero no perdamos de vista que todo esto resulta de una solución a nuestro problema original: estar entrenando en solitario. Siempre será preferible estar en contacto con los movimientos y los términos del kumite, en lugar de encontrar excusas y relegarlo al hecho de no tener un colega para practicar.

En el supuesto de los kata bunkai, si bien no tendré la oposición delante, es más viable
la práctica dado que todo es predeterminado de antemano. Por ello podemos desarrollar los gestos técnicos tanto de uke como de tori en solitario y con total confianza de estar llevando adelante un entrenamiento de consolidada efectividad.

Algo similar ocurre con los rensoku y renraku aunque de forma más limitada. Si bien se trata de combinaciones predeterminadas de gestos técnicos de los Kata, la dinámica de los movimientos y la cadencia hacen realmente difícil de poder entrenarlos en soledad y luego ponerlos en práctica en el Dojo con un compañero.

Sin prejuicio de ello, y al sólo efecto de recordar los movimientos, es recomendable tenerlos presente para ejercitarlos en cada oportunidad que visitemos nuestro Dojo.

Lo que se vuelve realmente un engorro es el Jyu Kumite o Iri Kumi. Lamentablemente no
hay forma de combatir contra uno mismo o contra una sombra imaginaria, o una bolsa o un makiwara esperando que la creatividad de un adversario nos sorprenda.

En este caso la esperanza radica en fortalecer todo aquello que podemos fortalecer en soledad para luego ponerlo en práctica en nuestra escuela y con nuestros maestros y compañeros, para sí, entonces, mejorar y crecer en el combate.

En mi experiencia personal e intransferible, encontré ciertos sustitutos temporarios y salvavidas para no alejarme del todo del Kumite cuando no estoy cerca de mi Dojo. En mi caso, ante la inexistencia en las inmediaciones de mi residencia de un lugar para practicar o un colega, he participado en otras artes o deportes para no perder la costumbre del caos impredecible de las situaciones de combate. Encontré un buen aliado en el boxeo y terminé amigándome con algunos compañeros que me permitían ciertas licencias técnicas de su reglamento para seguir puliendo mis técnicas, pero, por sobre todo, para estar en contacto con la adrenalina del Kumite.

Lamentablemente, a quienes nos gusta lo que practicamos y lo seguimos eligiendo a diario, esto termina resultando frustrante o un poco aburrido.

Lo que intentaremos resolver en este documento conforme avancemos, es saber si el foco en Kihon y Kata puede ir en detrimento de nuestras habilidades en Kumite o si las mismas sólo se desgastan por la falta de práctica. Hasta este momento, podría decir que el combate no se ve afectado por el exceso en la práctica del Kihon o el Kata.

IV- KATA

El tema que ronda este Ensayo es el presente. El Kata como reservorio de técnicas, como
libro o biblioteca donde el karate vive sin importar donde uno se encuentre o con quien esté.

En estos años de práctica en solitario he encontrado en los Kata, el elemento que me permite sentir y practicar casi igual a cuando me encuentro en el Honbu Dojo. Por más entrenamiento físico que realice, o herramientas de Hojo Undo que utilice, incluso con los distintos entrenamientos de Kihon y Kumite, siempre uno siente que necesita el tatami del Dojo y lo que allí se respira y cómo se entrena. Pero con los Kata sucede algo diferente.

Con sus muchimi y sus kime, con sus kiai y su respiración. La cadencia de los movimientos y las transiciones. Las inagotables formas diferentes de practicarlas. Con los Kata se vibra el Karate como en el Dojo, y eso lo convierte en el elemento central de mi entrenamiento y, en consecuencia, de este documento.

Practicar continuamente y algunas veces a la semana Kata, sin dudas nos hará mejorar
en su ejecución, y, por consiguiente, nos hará mejorar también en el Kihon, es decir, en la
ejecución de las técnicas.

Siempre con mucho criterio y algunas herramientas como espejos o dispositivos para filmarnos, podemos continuar avanzando y perfeccionando nuestros movimientos. Necesariamente, con permanente contacto remoto o presencial con nuestros
instructores. En el caso de los practicantes de grado de Kyu, y algunos Danes probablemente también, deberá considerarse la diferencia entre los Kata que se conocen y se han aprendido en el Dojo, de aquellos que se deben aprender desde foja cero. En el caso particular de quien redacta este ensayo, dos Kata fueron los que tuve que aprender a la distancia sin haberlos realizado con anterioridad: Sanseru y Sepai. Esto es mucho más riesgoso que entrenar en solitario y no es de ninguna manera recomendable. Nadie nos apura en nuestro camino y el momento de practicar cada Kata llegará cuando deba ser. No obstante, y como he explicado en párrafos anteriores, el contexto de emergencia sanitaria y la autorización expresa de mi maestro, sumado a la necesidad de seguir evolucionando en la práctica y algo de curiosidad, me hicieron lanzarme a este desafío.

A través de videos y esquemas de cada movimiento y desglosando y estudiando los Kata por segmento, pude darle forma a algo que se asemejaba a los originales dignamente. Luego, fue ante la atenta mirada de mi Sensei y otros instructores de la escuela, que corregí algunos de los errores más importantes y comencé a practicarlos de manera correcta.

Si bien lo óptimo hubiera sido aprenderlos directamente en la sede de la escuela, esto sirvió para aprender el patrón general y los movimientos del Kata y luego dedicar tiempo exclusivamente a pulir las técnicas.

En el caso particular de Sanseru la forma de aprenderlo fue singular y considero que será
útil para el lector que la desarrolle. En lugar de buscar videos de nuestros maestros, o secuencias dibujadas de los movimientos del kata, tuve la fortuna de que un instructor del Dojo me enseñe de forma remota los Kata Bunkai en primera instancia, y así comprender mejor lo que estaba sucediendo en el Kata completo. Luego, de forma segmentada, aprendí cada parte del Kata, para luego sumar las transiciones y armarlo entero, como si fuera un rompecabezas.

Esta forma resultó excelente para familiarizarse con cada gesto y comprender qué está sucediendo sin sólo repetir o copiar movimientos.

Por lo tanto, además de aprender nuevos Kata o comprender detalles de los que ya
sabemos, se encuentra en las formas la potencialidad de organizarnos clases sumamente
diferentes. Podemos practicarlas lento, despacio y sin kime. O también podemos practicarlas con suma dureza y tensión. También podemos hacerlas como realmente son, con la cadencia y respiración que corresponde, corrigiendo cada gesto.

Los Kata, además de perfeccionarlos, nos dan la inagotable posibilidad de entrenamientos diferentes en cada sesión.

V- CONCLUSIONES: KATA-KIHON-KUMITE

Es sumamente variada la forma en que podemos practicar esta parte del arte marcial; podemos hacer trabajos isométricos y de tensión, o explosivos y veloces; podemos trabajar nuestra memoria y nuestros sentidos, introduciendo dificultades como cambiar la dirección de movimiento o atar una mano o vendarnos los ojos. Podemos incluso elegir desarrollar los kata unidireccionalmente o completamente a la inversa. Podemos interpretarlos y pensar distintos Bunkai, tomar nota y luego llevarlos al Dojo para experimentar.

Es ciertamente en Kata donde vive el Karate. En el se transporta y se transmite el
conocimiento de todas las generaciones. Todo el Kihon vive en el Kata y el Kumite, y se encuentra en potencia en los Bunkai que hay dentro.

Es el desentrañamiento y la interpretación de ellas lo que hace y conceptualiza el “arte” en la frase “arte marcial”.

Los Kata mejoran la estética de la performance y la ejecución técnica, nos obligan en su
revisión a corregir nuestros errores. A decir verdad, nunca me había visto a mí mismo hacer un Kata hasta que tuve que entrenar en solitario. Fue allí donde, como cuando uno oye su voz grabada por primera vez, sentí algo de pudor. Vi en la filmación errores que sabía que no tenía que cometer y los hacía igual, impunemente. Realmente habiendo tenido esta experiencia recomiendo a todos, entrenen sólos o en sus Dojo, que se observen, que se miren en espejos o si pueden, que se filmen.

Pongan su Karate en duda y sin duda su Karate va a mejorar.

Esta mejoría técnica del kata con su práctica casi exclusiva, ¿va en detrimento de nuestra
calidad en Kumite? Yo creo que no. Considero, por lo expuesto previamente, que el kumite cae por la falta de práctica con un compañero, por la falta del componente impredecible, pero no por ejercitar los Kata o el Kihon exclusivamente. Incluso podemos comparar nuestro arte marcial con otras en las que practicar los Kata también implicaría la presencia de otra persona, como es en el caso del Judo o el Aikido. O también podemos ir más allá y pensar en las disciplinas que no tienen algo semejante, como es el caso del Jiu Jitsu.

Somos afortunados por poder practicar con esta intensidad nuestro arte marcial estando solos.

Sin embargo, si el fin último es el Kumite o la defensa personal, entraría en jaque la
existencia de los Kata. ¿Para qué existen los Kata si en el Kihon y el Kumite se pueden practicar las técnicas y sus dinámicas?

Los Kata, son lo que mantendrían a salvo el Karate si nosotros no estuviéramos. Sin los Kata, en un contexto semi-apocalíptico, de cualquier orden, el Karate se extinguiría por el sólo hecho que dos personas no podrían juntarse a practicarlo y, por lo tanto, caería su capacidad técnica hasta ser olvidada por completo.

Afortunadamente tenemos la posibilidad de entrenar en solitario los Kata, lo cual termina
transformándose en una buena forma de conservar y mejorar nuestro estado físico y salud general. Podemos realizar trabajos aeróbicos o, como manifesté, de fuerza o potencia, de coordinación y equilibrio e incluso podemos ejercitar intelectualmente.

Entre estas conclusiones debo afirmar que el Karate, por la existencia de los Kata, se transforma en un vector de salud para las personas que lo practican.

Entonces, nos encontramos con algo que nos permite mantener vivo lo que hacemos,
que nos sigue permitiendo ser Karatekas aunque estemos lejos y sin un instructor cerca.

Quizás podemos estancarnos por momentos, pero aún así podemos seguir practicando. La calidad y el progreso del practicante por supuesto va a estar sujeta a su grado de compromiso y respeto por sus superiores, quienes lo podrán guiar en su aprendizaje diferente, pero sin dudas, efectivo.

Si bien es mi intento determinar si es posible entrenar en solitario y continuar evolucionando y creo que así lo es, también creo que, como todo, es para cierto momento de la vida.

Las mayores satisfacciones de practicar Karate se viven en compañía, tanto en la
transmisión, como en la camaradería de la práctica, en las clases y en los seminarios,
compartiendo con nuestros maestros y pares la experiencia con frecuencia. Creo que esta
modalidad de entrenar en solitario, si bien es efectiva, debe restringirse o evitarse lo más posible, la última alternativa, si tenemos la posibilidad de ir a un Dojo cercano.

Por último, también considero que la experiencia de entrenar en solitario me ha hecho
cuestionar mi Karate y, a veces y en silencio, el de los demás. Preguntarme a mí mismo y
ocasionalmente a mi maestro algunas dudas, y muchas otras que iré resolviendo cuando sea el momento. El Karate es un Arte Marcial viva y dinámica que está en constante movimiento, y por ello, siempre tenemos que estar estudiándola. A veces nos tocará entrenar en solitario pero acompañados y otras, estaremos acompañados pero quizás estemos solos.

La única forma de ver en qué situación estamos en a través del estudio y la práctica constante.

Concluyo este ensayo, con el asombro de poder escribir algunas páginas acerca de lo
que practico hace ya varios años y que me deja la pauta de que este es el camino correcto.

Y cito para despedirme a Phyllis Creme & Mary R. Lea, autores de “Escribir en la Universidad”:
Cuando se logra escribir en forma apropiada sobre temas específicos, se aprende a descubrir el verdadero sentido de lo que se estudia”.

Autor

Sebastian Lange, abogado graduado en la Universidad Católica de La Plata y practicante de Karate Goju Ryu Jundokan desde 2015. Actualmente vive en la localidad de Pringles, provincia de Buenos Aires.